Después del recorte presupuestario anunciado por Zapatero en el Congreso, parece que nadie está de acuerdo ni está dispuesto a dar el primer paso. Dentro del propio gobierno por donde hay que aplicar las medidas, los sindicatos por boca del ‘poeta‘ Cándido, anuncian una media huelga limitada a los funcionarios en un día de puente a la que ni siquiera sus propios dirigentes piensan asistir.
Esto es un caos. Los ministros del Gobierno dan palos de ciego sobre el asunto. Chaves y Blanco se han apresurado a anticipar una inminente subida de impuestos. “Es necesario que quien gana más, tenga que hacer un esfuerzo adicional”, argumenta Blanco. Por el contrario, la vicepresidenta Salgado asegura que la subida “no está encima de la mesa” y Sebastián afirma que el presidente “no habló de eso”. Chaves pensando en su futura jubilación. El virrey de Cantabria amenazando con suspender el suministro de anchoas a la Moncloa. Todos saben que cuando esto empiece a funcionar, hará falta su propio harakiri.
La descoordinación en el Gobierno alcanzó el jueves nuevas cotas en una materia tan sensible para los contribuyentes como la subida de impuestos. Nadie duda a estas alturas que al recortazo le seguirá un impuestazo, que muy probablemente se producirá en otoño coincidiendo con la elaboración de los presupuestos del Estado.
Pero aquí nadie quiere bajarse del burro ni dar un primer paso. Toda decisión dependerá ahora de las improvisaciones del inútil de la Moncloa y nadie quiere estar con el pie cambiado en esta parodia. Tal es así, que ante la situación ha desaparecido medio gobierno. Ante tal deserción este viernes no se van a aprobar en Consejo de Ministros ninguna de las medidas anunciadas y el miercoles próximo en la sesión de control del Congreso apenas habrá ningún ministro para que la oposición le pregunte algo. Hasta el día 21 no habrá ninguna decisión. Todos se han inventado algo para no estar aquí los próximos días. Presienten que el personal los va a correr a gorrazos.