Acudían a su fiesta que, dicho sea de paso, no es la del Trabajo, sino la del jolgorio, el burdel sindical, el desprecio y la vagancia. Y mientras iban a lo suyo, ahí tienen a una indigente, a la que los sindicalistas miran con desprecio e indiferencia.
Con sus dotes de ‘artistas‘ despreciables han conseguido convertirse en el sector más rechazado por la ciudadanía de bien. Aún están por saber lo que es el trabajo. Se nutren de liberados, primos y familiares. Se mantienen de los presupuestos generales del Estado, siendo además clasistas, soberbios y ‘pancistas‘. Deberían copiar de los sindicaltos sectoriales, que solo se mantienen de las cuotas de los afiliados. Pero el sindicato comunista y el socialista ‘maman‘ del dinero público ¿Alguien conoce mayores sinvergüenzas?.
Nunca tan pocos habían hecho tanto daño a la sociedad española. En este caso, representan una unidad, añadida a los defensores de la prevaricación ‘garzonada‘ y a los titiriteros aprovechados, que amarranan la convivencia.
Hoy, 1º de mayo, los sindicatos han vivido en sus carnes el rechazo social; cientos de ciudadanos han pitado a los manifestante a su paso con los anticuados estandartes y la antigualla de banderas que les cobijan.