No nos parece mal que los sindicalistas de clase, o al menos, muchos de ellos, hagan apostasía de la religión católica. Sépase que apostasía – lo aclaramos para quienes estudiaron en las inmediaciones de la LOGSE — es la negación, renuncia o abjuración a la fe en una religión, así como la salida o abandono irregular de una orden religiosa o sacerdotal. Quienes hacen apostasía están en su derecho, pero no deben mirar para otro lado cuando a ellos se apliquen mismos criterios y especificidades.
Quienes se declaran ateos no tienen por qué financiar con su dinero a la Iglesia. Del mismo modo quienes no creemos en los sindicatos de clase ni en su permanente estupidez ni en el burdel sindical, no tenemos por qué contribuir con nuestros euros al mantenimiento de semejantes esperpentos que, dicho sea de paso, se han convertido en un atentado laboral y en una fábrica de dañar a los trabajadores.
Ni queremos ni estamos dispuestos a financiar con nuestro dinero a los sindicatos afines al Gobierno. De la misma forma que a la Iglesia acabarán financiándola sus feligreses, exigimos que a los dañinos sindicatos de clase los financien sus ‘feligreses’.
Para que ello sea realidad hay que empezar porque a los liberados sindicales (liberados de trabajo) los paguen sus sindicatos y no las empresas ni las administraciones públicas. Para ello vamos a exigir que pongan cruz en la Declaración de la Renta quienes deseen mantener vagos, maleantes y sindicalistas de clase.