En el acto autorizado en Ordizia, Pedraz consiguió que ETA encontrara la fuerza que precisaba, el ambiente que hacía tiempo perdió, así como el resorte para sentirse fuerte. En Ordizia se enalteció al terrorismo y se utilizó a los presos para ello. Pedraz se lavó las manos por cobardía e insensatez, asustado por el papel que le toco desempeñar.
Nadie con dos dedos de frente entendió en aquel momento que Pedraz dejase en manos de la autoridad gubernativa la celebración o no de actos para ‘alimento’ del entorno abertzale y, particularmente, de los mal llamados ‘presos políticos’, aprovechando el concepto de dispersión.
Quede claro de una vez por todas que en un atentado los responsables pueden ser muchos: quienes matan, quienes investigan, quienes delatan y quienes alientan, pero también quienes consienten por dejadez. Y Pedraz hizo dejación ante los actos de Ordizia. La prueba es que Dignidad y Justicia se llevó ‘las manos a la cabeza’, como hicimos todos los ciudadanos sensatos.
Los indicios de delito son “claros” y “contundentes”. Pedraz se negó a prohibir los actos, pero ‘perdió el culo’ cuando la Sección Cuarta de lo Penal dijo que “sí son actos de enaltecimiento del terrorismo y, por tanto, deben prohibirse”. ¿Alguien va a investigar el verdadero sentido de la resolución inicial de Pedraz? Podemos asegurarles que sí. No lo duden ni en broma. Y un dato más ¿en qué medida ha fortalecido y alentado a ETA la resolución de Pedraz para cometer los atentados de Burgos y Calviá?