Precisa nuestro sistema educativo de una reforma eficaz y urgente. Hay que centrarse en reforzar las materias instrumentales; adaptar las confusas optativas que en casos como la EPA no tienen sentido; fomentar y planificar adecuadamente la enseñanza del inglés en la enseñanza primaria; diseñar una nueva estructura de la enseñanza secundaria; ampliar el bachillerato a tres años; prestigiar la formación profesional; reordenar la educación de adultos en la mayoría de las comunidades; reorientar las escuelas oficiales de idiomas; coordinar el bachillerato con el inicio del nivel universitario; poner en marcha medidas de apoyo a la formación del profesorado (en comunidades como Castilla y León han destrozado los Centros de Formación de Innovación Educativa y el sufrimiento lo han trasladado al profesorado);… Son urgentes muchas otras medidas, pero para los políticos la educación no está de moda y no es rentable, dada la deformación que acompaña a la mayoría de nuestros representantes.