La miseria seca el alma y los ojos además, en palabras de Rosalía de Castro. Esa miseria ha vuelto a hacer uso de ella el Gobierno con la utilización interesada e inadecuada del CIS. Es el peligro de las segundas legislaturas; se familiarizan con lo que es de todos y acaban pensando que forma parte de sus vidas. La experiencia demuestra que es el eterno signo del comportamiento del socialismo.
Con la tropelía cometida, la presidenta del Centro de Investigaciones Sociológicas ha caído en total descrédito, además de haberse comportado con mala fe y peores intenciones. Ni siquiera ha sabido aplicar la experiencia, y mucho menos manejar la cocina, de cara a las elecciones europeas. Hasta los más escépticos sabían que Europa importa poco a los españoles o, por lo menos, a buena parte de ellos. Como dice un concejal socialista muy conocido en la política nacional: “El Parlamento europeo que mande dinero, calle y deje de crear problemas”.
Los datos aportados por la encuesta del CIS ponían de manifiesto el temor a perder terreno por parte del socialismo a la española, la posibilidad de perder prebendas y la desilusión ante una posible derrota que podía ser mucho mayor de lo que ha sido y de la que solo ha librado al socialismo español la inexistencia de estrategia por parte de la oposición. Pero muy torpe ha de ser la ínclita directora del CIS permitiendo que salieran a la luz unos datos que, no tardando, la iban a convertir en el hazmerreír de la ciudadanía.
No está mal encaminada la petición de Rosa Díez en el Congreso. La dimisión de Belén Barreiro es un gran favor al sentido común y una forma de despejar las sospechas que acumulan desde hace tiempo Pajín y ‘Pepiño’ Blanco, don José. La directora del CIS no ha sabido estar a la altura, habiendo robado intencionadamente a Rosa Díez todas las ilusiones, datos y perspectivas, con el único afán de hacer daño. A quien roba una vez se le llama ladrón y a quien lo reitera se le denomina sinvergüenza; aunque hay un sector de políticos que pasan del mundo de los valores; lo hizo Luis Roldán con el Instituto Armado de la Guardia Civil y, a la vista de los hechos, la directora del CIS no aprendió la lección.
Los cargos políticos del Consejo de Investigaciones Sociológicas han puesto en entredicho a los expertos y les han llevado hasta el ridículo, por egoísmo, sinrazón y perversión. Belén Barreiro no ha aprendido las lecciones de la vida, porque a diario sigue sin vencer sus temores. Ni siquiera merece respeto como gestora política y sí desprecio por perversidad, odiosas tentaciones e incompetencia reiterada.
Barreiro ha equivocado la estrategia al querer pagar ocultos favores desde que estuvo en los aledaños de la presidencia del Gobierno. Su trabajo será sospechoso en adelante y dudosas sus encuestas, por lo que procede su dimisión con carácter de urgencia. Decía Secondat que “ningún otro ser humano es tan peligroso en política como el portavoz de ideas fijas. O sea, el fanático”. En este caso, la fanática.