Durante las manifestaciones de la legislatura anterior, toda la tarde de algunos sábados se pasaba ‘Pepiño’ Blanco, don José, buscando ‘aguiluchos’ (como él suele llamar al águila de San Juan, de la bandera preconstitucional), entre los dos millones y medio de manifestantes. Al no ver ‘aguiluchos’, buscaba ‘fachas’; pero resulta que ni ‘aguiluchos’, ni ‘fachas’, ni diferencia entre decentes y no decentes. Parece que los del ‘colmillo retorcido’ no encontraron lo que buscaban y menos aún ‘Pepiño’ Blanco, don José.
¿Dónde narices se metieron los ‘fachas’ y los ‘aguiluchos’ para ocultarse de los ‘Pepiños’, los López y los Caldera? ¡Con lo que ellos habían soñado con ese momento para justificar las memeces que venían adelantando desde que Mariano Rajoy anunció la convocatoria! Ni les ha gustado que Rajoy espantara a los ‘aguiluchos’, ni es ético que ‘Pepiño’ se quedara sin la escopeta de aturdir a bien pensados. Al final, ‘Pepiño’ Blanco, don José, ha tenido que contar los muertos iraquíes para compararlos con la muchedumbre que salió a pedir libertad y a decirle a su jefe, el presidente Rodríguez, que vale de acariciar el morro a ETA, hacer carantoñas a ‘La Juana’ y tontear con el círculo abertzale.
Mal negocio el que ha hecho el presidente Rodríguez y, peor aún, la ‘tienda’ ambulante de insultos y estupideces que ha montado ‘Pepiño’ Blanco, don José. Está bien que la oposición se dirija al Gobierno y éste a la oposición; pero lo que no es de recibo, apreciado ‘Pepiño’, es que cargue usted la escopeta de decir tonterías, abra su boquita de piñón y se líe a esputar idioteces en todas las direcciones.
Bien sabe usted que decentes son quienes acudieron a la manifestación e igual de decentes lo son quienes no acudieron. Esa es la riqueza de la democracia: la posibilidad de elegir. Ha sacado usted las cosas de su sitio ¿Lo ha hecho por miedo ante tanta bandera del mismo color?
Su mente calenturienta le juega malas pasadas: suele ver monos, donde solo hay nomos; otra cosa sería si esos nomos fueran marxistas, leninistas o trotskistas de medio mandil. A pesar de sus declaraciones, claro que también usted es decente, faltaría más; incluso, sigue siéndolo cuando carga su media lengua y acaba llamando a “Dios de tú y a la Virgen, Petra”. No se aturda por la expresión. Para que me entienda mejor, quiero decir que llama a todos por todos nombres, menos por el que debe.
Tampoco debe preocuparse por seguir en los aledaños del Gobierno. Y digo en los aledaños, porque no le quieren ver dentro de él ni diciendo tonterías contra Mariano Rajoy. Hasta en la calle Ferraz genera usted miedo escénico a sus compañeros de partido. Señor ‘Pepiño’ Blanco, don José, ayer me decía quien fuera su buen amigo hasta hace poco, que en política le queda a usted menos mili que al mulo que porta las cajas de tirachinas y, en el digno arte de la democracia y lo democrático, tiene usted menos futuro que la libertad de expresión en La Habana.
Duerma tranquilo, señor ‘Pepiño’. No creo que los amigos de don Mariano Rajoy hayan antepuesto la lucha contra el Gobierno a la lucha contra ETA. Es otro de sus miedos. La referencia a la guerra de Irak siempre le ha traicionado. Debería haberse referido a la de Afganistán que es más moderna y ‘progre’. Hasta la prensa amarilla, y pro-zapateril, le ha puesto a usted contra las cuerdas, por insensato e inmaduro.
¿Qué es eso de que a las víctimas del 11-M no se les ha dedicado ni una simple alusión? Mire usted, esperpéntico señor ‘Pepiño’ Blanco, don José, las víctimas son siempre víctimas y no tienen color. Tan maldito es quien establece categorías entre las víctimas, como ruin quien pacta con verdugos y abandona a las víctimas a su suerte. ¿A que estamos de acuerdo, señor bachiller ‘Pepiño’? ¿Sí? Pues no lo dude, dígaselo a su jefe de Moncloa. Y, de paso, ‘achúchele la mona’ o ‘hágale los perrillos’ de mi parte. Ah, dígale también a su jefe que es un sinvergüenza y un inepto.