El paro pone en peligro las pensiones.

La hucha de las pensiones corre peligro.

Imposible pagar a parados y pensionistas a la vez.

Imposible pagar a parados y pensionistas a la vez.

Los dos partidos mayoritarios son duros de oído, además de perezosos. Se echan en cara lo que les conviene, pero siempre pensando en intereses partidistas, sin escuchar a la calle. Es penoso escuchar las acusaciones que a diario se hacen, como penoso fue escuchar al presidente Rodríguez en la sesión monográfica sobre la cabalgante crisis que asola el empleo y las infraestructuras, además de hipotecar las perspectivas de futuro a corto y medio plazo. Ni que decir tiene que el largo plazo ni siquiera existe.

El Gobierno de Rodríguez está desorientado. Y así lo ha reconocido el ministro, Pedro Solbes. El pobre hombre quiere dar carpetazo a su titularidad ministerial, pero no le dan cancha para irse; es como si el presidente le dijera aquello de “aguanta tu culpa y no saltes del barco como amargada rata”. Sea como fuere, el caso es que en los próximos meses puede darnos la Seguridad Social un susto de escándalo. Y ni siquiera Gobierno y oposición han puesto remedio a la debacle que se avecina.

Fíjense en la frase del presidente Rodríguez en las Cortes: “lo único que puedo garantizar es el cobro del subsidio de desempleo por parte de los parados”. El contenido puede ser catastrófico para la Seguridad Social, porque se puede interpretar de formas diversas. Unos pensarán que la ineptitud del Gobierno ya ha metido mano en la caja de la Seguridad Social; aquella caja que dejó Aznar a rebosar, tras ocho años de ahorro continuado, con el puntual asesoramiento de Rodrigo Rato..

Si ha metido mano el Gobierno en la caja, eso quiere decir que los jubilados van a sufrir no tardando. Ese sufrimiento pasará por una brutal rebaja de las pensiones o, lo que es peor, por la congelación o la anulación de muchas de ellas. Lo que cada vez parece más claro es que no hay Gobierno que aguante una situación como la española: pagar, a la vez, paro y pensiones. ¡Qué barbaridad!

Observen lo que sucede en la calle. Los diez primeros días de cada mes están llenos los bancos y cajas de ahorro. ¿Creen ustedes que es para ingresar o reintegrar? Pues la mayoría de las veces, no. El jubilado acude a comprobar si su nómina se ha recibido, porque conoce la situación a la que nos ha llevado el Gobierno y duda de él. Pura desconfianza. Lo mismo que hace el parado, sabedor de que el grifo se cerrará no tardando. También, más desconfianza.

Pero en la calle hay extrañas sensaciones, cuyo peligro empieza a salir a flote. Y son resultado de situaciones sangrantes: aumento de los robos, tirones de bolso, impagos en bares y cafeterías aprovechando descuidos, bancos que ejecutan impagos de hipotecas, suspensión de pagos a proveedores, regulación de empleo, abusivas jubilaciones anticipadas, manifestaciones callejeras, nóminas que se retrasan o no llegan a cobrarse, por citar algunas. La España del fácil negocio se ha ido al carajo y cada vez quedamos menos dispuestos a levantarla.

Observen y comprueben estos datos: por un lado, la Seguridad Social ha perdido casi un millón y medio de afiliados en apenas catorce meses y, por otro, en los diez primeros días del mes de febrero el paro ha aumentado en noventa y siete mil personas, además de perderse casi siete mil empleos diarios. Puede parecer pesimismo, pero no es más que realidad. Recuerden aquello de que, en muchas ocasiones, un pesimista es un optimista bien informado. A pesar de esos datos, ni Gobierno ni oposición conocen más camino que el del mutuo reproche. O acabamos con ellos, o ellos acaban con España. No hay vuelta de hoja: es urgente la convocatoria de elecciones.


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