El secretario general del PP en Castilla y León ha debido de pensar que daba un paso hacia adelante con su afirmación de “no imponer”, y tampoco “apadrinar” ninguna candidatura de los congresos regionales que se van a celebrar en las próximas semanas. La afirmación del salmantino, Fernández Mañueco, nos da que pensar, porque si en algún momento pasado la formación de derechas se ha inclinado por algún candidato o grupo, eso quiere decir que a alguien le han preparado la ‘gatada’; vamos que, hablando claro, le han tangado con todas letras. A eso se llama engaño, prevaricación y tráfico de intereses.
No atraviesa buen momento el Partido Popular. A nivel nacional no encuentra camino, según unos, o se hunde estrepitosamente, según otros. Hace tiempo venimos diciendo que Mariano Rajoy se ha equivocado con volver a presentarse como candidato en el congreso nacional del PP, al igual que ha errado al nombrar a un equipo que actúa exactamente igual que el ejército de Doroteo Arango: cada uno va a su aire, a la vez que opinan de forma diversa sobre los mismos temas entre los miembros de la dirección nacional.
Nunca tan pocos habían hecho tanto daño al Partido Popular. Un daño que se extiende a la nula labor que realizan sus senadores y diputados en provincias; compruébese en Burgos, Valladolid, Salamanca, Palencia, Ciudad Real, Rioja,… Y no solo no hay labor en provincias, sino que tampoco colaboran para enderezar el partido, su futuro y sus perspectivas. Pero lo más curioso es que las diferentes familias del PP en provincias ni siquiera saben tomar posiciones de cara a esos congresos pendientes.
En León las aguas bajan muy turbias y ya hay más de un candidato. Lo mismo sucede en Soria, donde a uno de los candidatos le apoya la consejera que pudiera ser procesada en los próximos días, Mª Jesús Ruiz. ¿No decía Mañueco que el PP no se mojaba? No lo hará la dirección del PP en Castilla y León; pero sí lo hacen varios de sus consejeros, al menos los de nivel uno. Evidentemente los de Sanidad, Educación o Cultura da lo mismo que se mojen, o no, pues están en el nivel tres y no les harían caso ni en sus propias Consejerías, como suele ser habitual.
La presunta sorpresa de Valladolid no lo es tanto para muchos. Desde hace tres semanas sabíamos que Coloma estaba interesada en la poltrona de Villanueva. Pero no se atrevió a decírselo a su presidente, aunque lleva recabando avales desde que el presidente provincial de la derecha pucelana, Tomás Villanueva, anunció su intención de alejarse de la primera fila del partido en Valladolid y de la Junta de Castilla y León. Coloma lo tiene muy complicado con Ramiro Ruiz Medrano, ínclito presidente de la Diputación vallisoletana y cuya aceptación e imagen está muy por encima de la del todavía presidente regional, Juan Vicente Herrera Campo.
No descartamos su renuncia a la Consejería de Economía e Industria. El ‘caso Lasarte’ ha sido la prueba de que no controla como se creía. Tampoco se descarta, como aseguran sus cercanos, que desde Presidencia podrían haberle recomendado que no presentara candidatura a la presidencia provincial; sin duda es el presidente provincial del PP peor visto en provincias. Muchos de sus cercanos tiemblan desde hace semanas, por si van al paro o a la intemperie.
Y si en Valladolid hay seguridad de que gane Medrano, a pesar de Coloma, en Burgos también pintan bastos. Lo sorprendente del partido en la ciudad del Cid es que pretenda volver a presentarse Ariznavarreta, después de que hace años hubo que evitar que saliera presidente, a mano tapada de Juan Vicente. ¿Te acuerdas ‘Juanvi’? No sabe lo que se juega Ariznavarreta si opta a la presidencia; no solo no es aceptado en el PP burgalés, sino que Porres podría ponerle mirando a Valladolid.
Precisamente, lo que recomienda Fernández Mañueco es lo que le falta al PP a nivel nacional: diálogo, liderazgo, mensajes positivos, cercanía a la población, rejuvenecimiento y caras nuevas. Pero, que nadie se llame a engaño, el PP regional debería empezar por aplicárselo a él mismo. Hay líderes que huelen desde hace tiempo y no se les despega de las poltronas ni con agua caliente.