No se puede ir por ahí diciendo tonterías, sin que antes o después se le vuelvan a uno en contra. Eso es lo que le ha pasado al presidente Rodríguez. ¿Se acuerdan de su frase respecto a aprender economía en dos tardes? Pues no solo no aprendió economía, sino que ahora no sabe qué hacer con ella.
Las cosas van bien, según el presidente. Debe ser él quien no tiene problemas, porque los demás sí los padecemos, unas veces más cerca y otras más lejos; pero ahí están en la calle, los padece el vecino, el amigo agobiado por la hipoteca, el amo de casa que comprueba que gasta más y ahora no llena la cesta como antes o el conductor que necesita un pico para llenar el depósito. Y dice José Luís que no hay crisis, que es una incidencia pasajera o que es un mero frenazo en el consumo. ¡Valiente mequetrefe!
Hay algo que no me ofrece la menor duda: el que dice estupideces tiene un nombre. No hay vuelta de hoja, aunque se empeñe en no llamar a las cosas por su nombre. Quizá precisamente por eso ha perdido la confianza de la ciudadanía y hoy no se fían de él más que quienes reciben prebendas del partido, del Gobierno o de la libre designación.
El presidente no se ha dado cuenta de que hace tiempo que debió adoptar medidas el Gobierno. Han dejado pasar las semanas por insensatez, desidia y desconocimiento de la realidad. La crisis se agudiza y el presidente se entretiene en marcar diferencias entre derecha e izquierda, como si no hubiera cuestiones más importantes. Por cierto, tampoco nos interesa si llevan o no llevan corbata los ministros. Y, por favor, no mezclen la corbata con el ahorro de energía. Estupideces las justas. No estamos para bromas.
En el Congreso de los Diputados le han dicho todos los partidos al presidente que se deje de zarandajas. El contenido de su discurso es mediocre, vulgar y adocenado frente a la claridad de los planteamientos de la oposición. “…todos los partidos le han dicho lo mismo, está usted en la más absoluta de las soledades…”, le ha respondido Mariano Rajoy.
En este momento, el presidente Rodríguez ‘abandera’ un Gobierno descolocado, donde los ministros y ministras de más valía se esconden, por vergüenza torera, y los segundones salen a escena para despistar o desviar los temas de interés: véase las últimas escenas circenses de la ministra de igualdad y su coro de “miembras” o la escena del colgante textil del ministro de Industria, por poner un par de ejemplos.
No se puede mentir a todos, todas las veces. El análisis económico le ha dado en los morros al presidente y con su habitual torpeza continúa mintiendo, retorciendo las palabras como cuando se ‘asoció’ con ETA y negándose a pronunciar la palabra crisis.
Los problemas serios no se resuelven con cuatrocientos euros, ni con cheques-bebé que, por cierto, han dejado de pagarse por falta de fondos. El verdadero quebradero lo tendrá el presidente cuando se descubra que ha roto la hucha que Aznar le dejó llena. Se la ha gastado en lo que se conoce como ‘chuminadas’ sociales y no tardando volverán a correr peligro las pensiones, los compromisos sociales y los derechos adquiridos como en los ominosos años de Felipe González. La Historia cuenta que los socialismos agudizan las crisis y son los gobiernos liberales quienes desatascan el carro de la economía y las finanzas.
Estimado Jesús, vuelvo del monte, del Bazias, con B y Z… sin que se lo pretenda es un símbolo de Zapatero y de su muñequito contestón «Blanco». Ahora están de congreso… no para que España vaya bien… sino para comernos el coco.