¡Hay que ver cuánta gente pasa por la habitación del etarra José Ignacio de Juana Chaos! Si tan restringido es el acceso, no tiene que ser difícil averiguar quién ha hecho las fotos y cómo se han hecho. Salvo que se pretenda lo mismo que con el chivatazo al comando de extorsión etarra, allá por el mes de julio pasado; del cual, por cierto, aún no sabemos nada oficialmente. O tal vez si lo sabemos y quien no lo sabe es el Gobierno y su ‘servicio de inteligencia’.
Instituciones Penitenciarias tiene que aclarar el tema de las fotos, antes de que el Gobierno acabe bajo mínimos. Si ahora carece de credibilidad, ¿cuánta tendrá si no es capaz de aclarar este asunto? El camino tiene corto recorrido y fácil tránsito: su barragana, tres abogados y un grupo de músicos y escritores vascos. Estimado presidente: cuadrúpedo y con trompa ¿Qué será?
La foto del multiasesino etarra es llamativa, sin duda; pero difícilmente habrá causado impresión en quien conozca su currículum asesino. Ni está tan delgado, ni corre riesgo de muerte inminente. Lo que sí ha causado es risa, mucha risa, con una extraordinaria carga de sarcasmo. Estamos ante una foto estudiada y pensada para un efecto concreto y a corto plazo: mirada a la cámara, habitación en penumbra, pose aconsejada con muñequeras y tobilleras, sonda naso-gástrica, vientre intencionadamente encogido, cuerpo tendido cual Che Guevara en el depósito, ventosas en pecho y abdomen,… Y la mesa cubierta con una bata para que el espectador no curiosee en exceso. ¿Será que las prisas eran muchas y no daba tiempo a esconder el jamón york, las galletas y el pan de molde?
De Juana Chaos se está riendo de todos. Y del Gobierno con más intensidad aún. Este miembro de la banda terrorista que ha matado, extorsionado y aterrorizado es un icono puntual para muchos presos de la banda, por lo que está haciendo; aunque en el mundo abertzale se hablaba de él con desprecio por sus decisiones unilaterales. Hasta tal punto es así que en el entorno abertzale no se le cita por su nombre, sino que se le conoce como ‘chota’. Y hasta hace poco tiempo se aludía a él despectivamente como ‘La Juana’. Pues bien, lo más doloroso del tema es que ‘La Juana’ está recibiendo excesivas atenciones médicas y humanitarias. Las mismas que la banda ha negado y niega a sus víctimas y a quienes secuestran en sus ‘cárceles del pueblo’. Sigue sin arrepentirse de sus crímenes y, por si no era suficiente, se cree víctima. Ya no hay duda: ‘La Juana’ está como una ‘chota’. En los apodos es en lo único que ha acertado la siniestra abertzale.