Educación con mayúsculas

jesus2.JPG Jesús Salamanca Alonso

          El Gobierno español dedica muy poco dinero a educación, si lo comparamos con otros países europeos. Es evidente que no por destinar más dinero se reduce mejor el fracaso, como no por invertir en tecnología educativa los resultados son mejores. En muchas ocasiones falla la concienciación general, la metodología, los objetivos a corto y medio plazo, la preparación del profesorado, la actitud ante el hecho educativo, las aspiraciones de la comunidad educativa,… Un dato a tener en cuenta es que el porcentaje de profesorado que ha incorporado las tecnologías a su labor diaria es mínimo; otra cuestión bien distinta es el uso personal que hacen los docentes de las mismas.

          No conviene crear alarmismo en temas hacia los que la población muestra especial sensibilidad, pero en ocasiones los hechos son tozudos. Todos sabemos que la institución escolar no es autosuficiente para educar, porque la educación nunca ha sido un problema único y exclusivo de la escuela y del profesorado. Cualquier sistema educativo moderno precisa de la participación y de la gestión democrática para su funcionamiento y para su evolución.

          La educación es una tarea fundamentalmente de la familia. La escuela debe apoyar esa tarea, además de incidir en la parte instructiva. Los padres y la escuela deben ser una sola voz en cuanto afecta a la educación. Cargar con la responsabilidad exclusiva a una de las partes supone desequilibrar la realidad, el proceso y los resultados. Tanto el fracaso escolar como el abandono educativo temprano son imposibles de corregir, salvo que haya una participación conjunta de toda la comunidad educativa. Se suele decir que no hay peor sordo que el que no quiere oír; pero lo cierto es que existe uno peor: aquel que conociendo la realidad, por un oído le entra y por otro le sale.

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