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¿Periodista y todavía no le encuentras la gracia a Twitter?

Uno de los gurús del periodismo digital en Estados Unidos, Sree Sreenivasan, recopila seis ideas sobre cómo los periodistas pueden utilizar mejor Twitter. Creo que vale la pena repasarlas.

1. Conoce mejor Twitter: No puedes querer lo que no conoces. Aunque parezca mentira, todavía hay muchos periodistas que no le encuentran la gracia a esta red social y la consideran una pérdida de tiempo. Si todavía no tienes claro el potencial de Twitter en nuestra profesión, lee este artículo de The Guardian y quizás te convenzas.

2. Cuida tu biografía: El pequeño texto de «biografía» en la columna derecha de Twitter es tu tarjeta de presentación. No lo descuides. Asegúrate de incluir al menos tu nombre, tu título, una foto reconocible (es la primera impresión que darás a mucha gente, así que piénsatelo dos veces antes de poner cualquier cosa) y quizás otra información de contacto, como tu correo electrónico.

3. Depura tus listas: Las listas son una herramienta muy útil para seguir las cuentas y temas que te interesan sin llenar tu Timeline. Ayudan a organizar. Cada cierto tiempo es bueno actualizarlas. Es parte de la labor de «curación» que debemos hacer.

4. Piensa bien lo que vas a tuitear: Eres lo que tuiteas. Nunca sabes quién puede llegar a leerte, así que extrema el cuidado. Crea una voz propia. Elige unos pocos temas (dos o tres) y tuitea sobre ellos. Quizás en tu «Bio» puedes especificar cuáles son los temas sobre los que vas a tuitear.

5. Estudia lo que tuitean los demás: Si vas a entrevistar a alguien, o lo vas a utilizar como fuente, o simplemente quieres aprender de otros tuiteros, dedica tiempo a leer sus «feeds», qué escriben, y a quién leen. Para ésto último, quizás te sea útil TwitterforBusyPeople.

6. Sé bueno: Como en todo en la vida, no escribas nada de los demás que no querrías que escribieran de ti. Aprovecho éste último punto para salirme del guión y citar un párrafo que me gusta mucho de «Los cínicos no sirven para este oficio», de Ryszard Kapuściński:

“Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer, buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una bena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias… Existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos, o al menos describirlos”

Etapas quemadas

Foto de Jamelah
Foto de Jamelah

Ultimamente veo a mucha gente a mi alrededor quemando etapas. Y muchas veces no sé qué decirles. Me quedo sin palabras. Quemar etapas… ¿Pero a qué me suena eso? Ah, sí, ya recuerdo. Así se despidió mi maestro Pedro de Miguel de la dirección de la revista Nuestro Tiempo, en la que trabajamos juntos dos años. Su última columna me ayuda mucho en esta etapa… de quemar etapas:

EI dicho -«quemar etapas»- se las trae. Suena a destrucción, a resolver en cenizas el pasado. Sugiere que, para avanzar, es preciso pegarle fuego al rastro que dejamos, para que nada impida la progresión.

En Nuestro Tiempo también se acaba -se quema- una etapa. A lo largo de este año que comienza, la revista sufrirá transformaciones: nuevo diseño, nuevo formato, nuevo director al frente. También se enriquecerán los contenidos, dando entrada a temas apenas tratados hasta ahora. El resultado final será espectacular, y si no al tiempo. Por eso, en este caso, es bueno chamuscar un poco las etapas precedentes: que cojan la textura de la fotografía vieja, del papel de periódico que amarillea con el paso del tiempo.

Cuando uno se va de un sitio. vienen a la cabeza cantidad de consejitos para quienes te sustituyen. Uno se cree que la experiencia le ha hecho más sabio, y necesita como sea transmitírsela a los demás por activa o por pasiva. La experiencia suele resumirse en un conjunto de afirmaciones incuestionables que solo la ha podido tallar con sus golpes de fortuna o de desventura. Afirmaciones del tipo: «Y sobre todo no te dejes convencer por el de márketing», o esa otra: “Desengáñate, el trabajo en equipo necesita siempre que tú trabajes más que el equipo». Son postulados casi siempre falsos, fruto de la maleántica que uno adquiere con los años, y fruto también de la pereza. ¡La pereza! Ese es el verdadero enemigo. Si se piensa bien, “quemar etapas” significa en el fondo quemar perezas. Por eso hay que mover el banco de vez en cuando: para barrer al lánguido que ya no puede innovar porque se ha conformado con las rutinas -eficaces, pero ancianas- del trajn diario.

Así que nada de consejos. Nada de formulas cheposas, tan cargantes ellas. Nada tampoco de deseos de suerte y esas cosas. La etapa está quemada. La nueva ya asoma la patita y promete ser estupenda.

No sé si a alguno de los que están quemando etapas en este momento les sirva el texto. A mí sí.

Soy anacrónico… de verdad

Dibujo de James Woldhuis
Dibujo de James Woldhuis

Hace tan solo un par de años, escribir blogs era una actividad «cool». Todos teníamos uno. Más o menos actualizado, más o menos bonito, más o menos interesante… pero blog a fin de cuentas. Y uno lo recomendaba orgullosamente a los amigos, que lo leían porque… para eso están los amigos.

Pero hoy me he enterado de que los blogs se han pasado de moda, de que ya no son todo lo «cool» que eran y que son un formato obsoleto y anquilosado (dos de mis adjetivos favoritos), caduco y trasnochado (el binomio de adjetivos favorito de José María García), y que hay que empezar a pensar en otras cosas.

Siempre hay uno que te pincha el globo ¿Y quién me ha reventado la ilusión con semejante epifanía? Ha sido Gawker, un conglomerado de blogs que dice estar «aburrido» por la rigidez del formato y que a partir de enero adoptará una aspecto más «arrevistado» para sus productos. El principal argumento es que con el sistema de publicación cronológica de los blogs, se dificulta la jerarquización de los artículos en orden de importancia.

El bloguero del Wall Street Journal y reportero de Político Ben Smith aún va más allá y dice que «escribir un blog se ha convertido en algo muy pasado de moda».

Ahora bien, yo siempre he dejado claro en mi blog que lo que escribo son anacrónicas, así que, supongo, esto no me afecta.

¿Y ahora qué?

Foto de Marco Bellucci
Foto de Marco Bellucci

Ayer por la tarde le asesté un golpe mortal a este blog. Fue algo sin premeditación, sin cálculos fríos. Sucedió de manera espontánea. De haberlo sabido, quizás lo hubiera podido evitar. Qué se yo. Pero ahora el mal ya está hecho y hay que pechar con ello.

¿Qué fue lo que hice? Pues ni más ni menos que secar una de las fuentes de inspiración de estas «Anacrónicas», frenar el soplo que infundía vida a muchos de sus textos, contener su savia, cercenar su musa, derribar uno de sus pilares. Me compré el iPad.

Durante semanas, la ilusión de adquirirlo, las ansias de lograrlo, ese anhelo, delirio incluso… había cebado mi creatividad. Todo eso ha desvanecido y quedo abandonado a mi suerte. ¿De qué escribiré a partir de ahora? Tal vez, en un arrebato de desesperación, me dedique a observar el vuelo de las aves, o a estudiar los comportamientos de las colonias de hormigas rojas. Quizás así encuentre nuevas inspiraciones. De lo contrario, tendré que esperar a que el capitalismo consumista vuelva a enardecerme.

Las redes sociales pueden enredar el periodismo

Hoy da la impresión de que si uno no tuitea, no está en Facebook, no hace «checkins» en Foursquare y no se registra en cada nueva red social que emerge es un don nadie, un misántropo 2.0 que deambula por el mundo sin nada que aportar, un paria de la sociedad globalizada.

En el caso del periodismo, la adopción de estas redes sociales se ha visto como una suerte de tabla de salvación para insuflar aire nuevo a un oficio que va a la deriva, errabundo, y que busca excusas para reinventarse.

Algunos han sabido utilizarlas muy bien para mejorar la labor informativa; otros no han logrado superar la etapa inicial de embelesamiento y las emplean como un mero artificio para demostrar que están a la última… como en el ejemplo del vídeo.

Erradiquemos las noticias genéricas

Foto de Luc de Leeuw

Foto de Luc de Leeuw

Acabo de leer un artículo genial de Jack Shafer en Slate sobre esas noticias que se publican en la prensa una y otra vez, con los mismos titulares y que uno casi podría declamar de memoria porque repiten lo de siempre. No aportan absolutamente nada. Parecen de relleno. Yo me pregunto si alguien se las lee. Entre los ejemplos, cita titulares como: Apple To Announce New, Secret Product (Apple anunciará un nuevo producto secreto), Middle East Peace Process Restarted (Se reanuda el proceso de paz en Medio Oriente) o Heart Drug Found To Cause Heart Attacks (Medicina para el corazón causa infartos).

Por eso, Shafer plantea crear una base de datos con estos titulares para que un software especial los detecte y avise a los editores de un periódico de que están a punto de publicar una de estas historias genéricas y así puedan reescribirlas.

Desde aquí me quiero sumar a esta iniciativa y os pido que en los comentarios incluyáis algunos de esos titulares genéricos que se publican una y otra vez en los medios en español.

¿Periodista en busca de trabajo? Una oferta de empleo salvajemente sincera

Reporteros, tomad nota (foto de Alex Steffler)
Reporteros, tomad nota (foto de Alex Steffler)

Normalmente, las empresas que buscan reclutar gente presentan sus ofertas de empleo de la forma más atractiva posible. Pero parece que en el mundo del periodismo, tal y como marchan las cosas, cada vez es más difícil maquillar la realidad. Así que algunos medios, como el Illinois Valley News de Oregon, optan por la sinceridad. Para que nadie se lleve a engaños. Esta es una de sus ofertas de empleo, que leo en Gawker:

¿Cuán desesperado estás por ser reportero? ¿Lo suficiente como para trabajar noches y fines de semanas? El pobre glotón de castigos (o sea, masoquista) que sea elegido cubrirá el gobierno de la ciudad y del condado. También deportes y reportajes de interés general.

A cambio de las largas horas y de sus esfuerzos incansables, será recompensado con un sueldo bajo y un seguro médico marginal. Envía tu currículum y tres ejemplos de tu trabajo a wonclive@yahoo.com.

Después de esto, ¿quién se animaría a ser reportero? Al menos son sinceros.

¿Periodismo de pago? primero calidad, utilidad y relevancia

Foto de Garry Knight
Foto de Garry Knight

Las empresas periodísticas siguen buscando (y todavía no encuentran) la piedra filosofal que les permita seguir viviendo del negocio de la información en la era de las redes sociales y el llamado periodismo ciudadano. Ayer leía un interesante post de José Luis Orihuela en el que formula los grandes interrogantes que deben responder los medios antes incluso de plantearse la pregunta de «¿cobrar o no cobrar?»

Desde el surgimiento de Internet, los medios, uno tras otro, han ido entrando en el ciberespacio ofreciendo su información gratuitamente, sin plantearse las consecuencias a futuro que eso podría tener, como si fueran lemmings tirándose al precipicio. Por eso ahora el asunto del cobro se ha vuelto tan complicado. Hay demasiados medios que ofrecen demasiados contenidos gratuitamente, por lo que haría falta poco menos que una confabulación internacional de las empresas de comunicación para dar marcha atrás y empezar a cobrar todas a la vez a partir de cierto día, una coordinación y disciplina que sería casi imposible de lograr y, más todavía, mantener.

El único camino por tanto es ofrecer un contenido que sea imprescindible para la audiencia, un contenido útil que satisfaga una necesidad que de otra forma quedaría insatisfecha. En esta línea de pensamiento, los medios generalistas llevan las de perder ya que su contenido es poco diferenciado del resto de sus competidores y es más intercambiable. Aquí es donde tienen sus oportunidades los medios locales y publicaciones especializadas en temas nicho (siempre y cuando el contenido que ofrezcan sea de calidad, claro). Y pondré un ejemplo de cada uno.

El diario El Norte de Monterrey, en su versión digital, funciona con un modelo de pago que ha resultado bastante exitoso gracias a que ofrece un contenido muy localizado (Monterrey y su área metropolitana) y valioso para sus lectores, tanto para los residentes de la ciudad como para los expatriados que viven en Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo. Para esta audiencia, El Norte es la única forma de mantenerse informados sobre lo que ocurre en su ciudad de origen y por ello están dispuestos a pagar lo que sea necesario para recibir ese contenido.

En el caso de las publicaciones nicho, me gusta citar los casos de dos revistas: Cooks Illustrated y Consumer Reports. Ambas son referencia en sus áreas. Y ambas cobran una suscripción. La primera, por sus recetas y sus evaluaciones de utensilios de cocina y alimentos; y la segunda, por sus reseñas de todo tipo de productos de consumo. Las dos proporcionan un contenido que no se encuentra en ninguna otra parte y tienen el aval de una marca de prestigio.

Por eso creo que la receta para poder cobrar por el contenido es calidad, servicio y relevancia. Sólo así se puede diferencia un medio de otro.

Otra de los modelos que suelen debatirse es el de los micropagos, al estilo iTunes. De nuevo, este modelo sólo funciona en la medida en que el contenido que se ofrezca tenga la suficiente calidad y relevancia como para que el usuario se decida a hacer el pago sin conflicto de conciencia. En cualquier caso, veo difícil su aplicación al terreno de las noticias. Quizás más bien para artículos de fondo que agreguen un valor y ayuden a la formación de opiniones.

El nuevo iPod Touch, el arma perfecta del periodista «serie B»


Apple acaba de presentar su nueva versión del iPod Touch. Por sus características y funciones, muchos lo describen como un iPhone sin teléfono. Yo lo veo como la herramienta perfecta del periodista móvil de «serie B». Con este término, que no es despectivo, me refiero al joven periodista móvil que carece de presupuesto (como para comprar una cámara de vídeo, una cámara de fotos, una grabadora de sonido, un ordenador portátil, una editora de vídeo, una editora de sonido, un plan telefónico mensual con acceso a datos), pero que tiene grandes historias que contar y creatividad para usar la tecnología.

El modelo más básico cuesta 229 dólares en Estados Unidos, quizás un gran desembolso para algunos, pero barato si consideramos que en ese dispositivo de menos de 12 centímetros de alto por 6 de ancho, y 100 gramos de peso, está todo lo necesario para hacer una cobertura periodística. Todavía recuerdo las clases de radio en la universidad, en las que cargábamos pesadas máquinas de escribir, la radio, una grabadora, una pila de periódicos. Ahora, sería muy distinto. Veamos:

1. La cámara de 5 megapixeles que incluye permite captar fotos y grabar vídeo, que luego se pueden editar con las distintas aplicaciones disponibles, como el iMovie para iPhone. Incluso se pueden hacer conexiones televisivas en vivo con apps como UStream o Qik.

2. El micrófono permite grabar entrevistas y luego editarlas en aplicaciones de edición de sonido como VC Audio Pro.

3. Conectado al teclado inalámbrico de Apple, el dispositivo se convierte en un ordenador con procesador de texto para escribir textos largos, que luego se pueden enviar a la redacción por correo electrónico o publicar directamente en un blog utilizando las aplicaciones de WordPress, Tumblr, o cualquier otro CMS.

4. La conexión Wi-Fi permite acceder a Internet en cualquier hotspot (una buena excusa también para tomarse un café en Starbucks), o sea, acceder a bases de datos, sitios de Internet, medios de comunicación, cadenas de radio, Twitter, Facebook y otras fuentes de información.

5. Si además tenemos Skype instalado, podemos comunicarnos telefónicamente o por chat con nuestras fuentes, con la redacción.

Facebook y Twitter, ¿futuras asignaturas de periodismo?

MediaShift inició una serie especial sobre la situación de la enseñanza del periodismo en la era digital y el primer artículo aborda la importancia de incluir las redes sociales en el currículum de las facultades de comunicación.

El autor, Alfred Hermida, destaca que lo primero es hacer ver a los estudiantes que estas redes son algo más que un pasatiempo; son una poderosa herramienta profesional que facilita «la interacción entre las personas», y permite «participar y colaborar en la elaboración de los medios», en lugar de ser simples consumidores pasivos de contenidos.

Hermida dice que los estudiantes deberían aprender a:

1. Incorporar las redes sociales en la labor periodística, siguiendo los temas de interés, por ejemplo a través de Twitter, y buscando fuentes en esas redes sociales.

2. Aprender a discernir y separar el trigo de la paja en el torrente informativo que circula por esas redes, evaluar críticamente las fuentes y verificar las informaciones.

3. Sumarse a la conversación, ya que las redes sociales no son un canal unidireccional para distribuir información, sino una interacción de la que brotan nuevas ideas y perspectivas. Para ello es necesario aprender las normas y prácticas propias de cada red social.

4. Gestionar su reputación profesional, ya que con las redes sociales se diluye la frontera entre lo personal y profesional y es necesario establecer una credibilidad (a través, por ejemplo, de sitios como Linkedin).

5. Colaborar en un entorno tecnológico que facilita el trabajo en equipo entre personas que quizás no comparten espacio geográfico pero sí intereses profesionales.

Hermida dice que no se trata de enseñar a los alumnos los aspectos técnicos o mecánicos de las redes sociales, sino la forma de establecer redes e interacciones que ayuden a ser mejores periodistas porque, como concluye el artículo, «las redes sociales no sólo ofrecen a los periodistas nuevas formas de hacer lo de antes, sino que tienen el potencial de explorar nuevas formas de contar historias, de colaborar y conectar con la audiencia, y de repensar la forma en que hacemos el periodismo«.