los antialgo lo llevan crudo

TRANQUILITAMENTE

Vivir perjudica seriamente la salud. La prueba de ello es que al final siempre acabas por morirte de un modo u otro. Por eso el verdadero problema consiste en saber qué hacer mientras tanto. Se nota porque, entre otras cosas, aumenta el consumo de tabaco en los adolescentes, contradiciendo esas campañas antitabaco tan fulgurantes y definitivas como la de “fumar mata”.
La gente joven ha debido llegar a la conclusión, a la que tiene que llegar todo el mundo, de que te vas a morir antes o después, y que no debe estar tan mal morir de fumar, dentro de lo complicado que está todo para ellos y para los demás: eso de llegar completamente saludable y con un trabajo, al día de mañana o de pasado, que es lo que todos queremos, más o menos. Las campañas antialgo tienen la virtud de conseguir normalmente lo contrario de lo que pretenden, cuando no hay una propuesta alternativa que pueda ser más interesante.
Hay algún crítico de cine que, cuando arremete de un modo especial contra una película, sabes que tiene algo que te va a gustar, porque te gustan las cosas de las pelis, que él detesta; y basta que lo diga, para tener la seguridad de que hay que verla. Cada vez que los terroristas aprietan el gatillo, se percibe con una mayor claridad, que las víctimas son mucho mejor gente, y merecían mejor trato que quienes les disparaban. La violencia es esa política suicida en su acoso prepotente contra todo lo que no se mueva a tu gusto, que acaba llevando al desastre a quienes la practican. Es mejor ponerse a hablar, pero a ver quién se lo dice ahora a Miguel Angel Blanco o a tantas otras víctimas.

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