los líderes son unos pesados y no saben nada de nada

Cada vez que surge un problema en una organización, está de moda decir: aquí lo que pasa es que hay una falta de liderazgo.Que pesadez. Hace falta más gente más creativa, que tome las decisiones adecuadas, que sepa afrontar las demandas del mercado, que se lleve bien con los empleados, que entienda lo que piden los clientes, que no gaste demasiado dinero con los proveedores, que sea guapa, lista, culta, simpática. Con gente así lograremos salir de la crisis. A ver, Martínez, búsqueme una persona de este tipo para que lidere la organización, y así salgamos del bache en el que nos hemos metido.
Naturalmente esa persona no existe más que en los malos sueños del propietario cuando ve que la cosa aprieta. La gente normal, los trabajadores y trabajadoras de tu empresa, son gente normal, que trabajan en su horario y se van a casa a cuidar de los niños viendo la tele. Esos no sólo son la inmensa mayoría de las personas con las que cualquiera se cruza cada día, sino que son de las que más hay, las que están ahí porque lo que saben es estar ahí haciendo lo que haya que hacer.
Cuando el propietario quiere salir del bache en el que está metida su empresa, lo primero que piensa es que necesita un líder para desatascarla, alguien especial, con dotes especiales, con magnetismo personal que haga fácil lo difícil, que se lo cuente a los empleados y ellos no sólo lo entiendan, sino que se pongan a hacer lo que les dice el líder, en vez de lo que venían haciendo hasta ahora. Lo segundo que le pasa es que no encuentra nadie así por ninguna parte: Superman sólo hay uno y está en los tebeos. Y el líder mágico no se le ve en el horizonte de cada día, absolutamente repleto de gente normal.
Llegado a este punto, se dice: habrá que buscarlo, habrá que encontrar un hombre o una mujer así, que me saque las castañas del fuego, que me ponga orden en la empresa, que aumente los ratios de productividad, todo esto mientras sigue dándole vueltas en la cama a su sueño de empresa bien posicionada, bien dirigida, bien administrada, creadora de valor añadido y también al mismo tiempo, sustentadora del valor sin añadir, no vaya a ser que nos metamos en un lío mayor y no sólo no ganemos nada, sino que perdamos todo lo que se pueda llegar a perder, que es casi todo.
También puede pasar que se diga: yo tengo que ser ese líder. Tengo que ser mejor, mejor comunicador, mejor capacitado para encontrar mejores oportunidades, debo aprender más, saber más para dirigir mejor, y así sacaré a la empresa del bache en el que se ha metido. Porque llegados a este punto, cuesta mucho reconocer que ha sido uno mismo el que la ha metido en el bache, porque se despistó, o no lo tenía claro en un momento concreto y tomó una decisión equivocada, porque no hizo caso a los que le decían que no lo hiciera, o porque no le quedó otro remedio. El caso es que hace falta una nueva mentalidad, hay que ponerse a ello con renovado entusiasmo, algo nuevo para volver a que funcione lo de siempre, por lo menos, lo que siempre ha funcionado desde que estoy metido en esto, lo que hacía mi padre y mi abuelo y lo que quiero que hagan mis hijos.
Así que manos a la obra. ¿Quién me podría decir lo que tengo que hacer?, ¿en dónde está esa sabiduría y esa fortaleza que necesito para seguir adelante?, ¿quién me la podría dar? Si me reúno con mis directivos, son unos inútiles; si lo hago con mis empleados, la mayoría son unos imbéciles, porque nadie, nadie, nadie ha sabido avisarme de lo que se me venía encima. Tendría que despedirlos a todos, pero entonces me costaría un riñón y ¿con quién haría mi empresa de ahora en adelante?
Bueno, eso que le pasa a cualquier empresario, es lo que se llama la crisis, la crisis económica que sacude a todos los empresarios, a todos los trabajadores, a todos los gobiernos de todo el mundo. A todos. ¿Qué he hecho mal?, ¿en qué momento se torció todo?, ¿tengo la culpa de algo?, ¿cómo podemos salir de aquí?, ¿cómo podemos por lo menos volver a lo que éramos, si no se pudiera seguir avanzando como hasta ahora?
No hay recetas, no hay expertos, no hay modelos que copiar, ni en los que poder inspirarse. No hay líderes que tengan algo sólido que decir. A todos les falta de todo y les sobra de todo; y los que presumen de tener soluciones tal vez parezca que les fue bien en lo suyo cuando no había crsis, aunque seguro que ni siquiera fue así; pero, en cualquier caso, ¿quién sabe lo que hay que hacer para que salga bien lo mío y salga bien hoy?
No hay una respuesta más sólida que la de “sólo sé que nada sé” y menos en estos momentos. Lo que dijo Sócrates hace miles de años, se vuelve a repetir hoy. Hay soluciones para ayer y te venden soluciones para mañana, probablemente inventadas, pero ¿cuales son las soluciones de hoy? Sólo sé que nada sé.

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  1. RT @rafaelguijarro: los líderes son unos pesados y no saben nada de nada http://bit.ly/b2UmYg