Tranquilitamente
Muchos políticos han demostrado ser muy malos futbolistas al enviar tantas veces la pelota al tejado del otro. Cuando la pelota está en el tejado, no es porque al otro le toque jugarla, sino porque tú la has tirado mal. Pasa lo mismo con las lineas rojas. La línea roja más famosa es la que estableció la infantería contra la caballería en la Guerra de Crimea , escenificada en la película ‘La delgada línea roja’ que narra, muy bien, por cierto, ese episodio bélico. Cuando se marcan líneas rojas quiere decir que estamos en guerra y que vamos a intentar impedir que la caballería ajena arrase a la infantería propia, sin que eso deje de significar que luego la línea trazada no sirva de mucho, ante el empuje del que se la salta y arrasa, porque es más fuerte o tiene más medios para hacerlo.
Otro dicho frecuente en esta campaña tan guerrera es el que dice que no se va a pactar con otro ‘ni por activa, ni por pasiva’, como si no hubiera otras formas en la conjugación verbal. Cuando se dice que uno no va a hacer una cosa ‘ni por activa, ni por pasiva’, lo que se pone de manifiesto es el desconocimiento del uso perifrástico del verbo, una maravilla de la lengua castellana que permite obviar la activa o la pasiva con una perífrasis, un rodeo entre dos verbos para saltar el escollo de uno solo. En vez de ‘saldré ganador, si o si’, que se dice para recalcar el inmovilismo del que no está dispuesto a cambiar, la paradoja del movimiento que no se mueve, una perífrasis como ‘intentaré salir ganador’ revela mejor la intención verdadera de lo que se dice en el momento en que se pronuncia.