Los blogueros hibernan en verano y Berna es la capital de Suiza
Este blog que lees es una especie de oso, un oso rechoncho y peludo que duerme plácidamente y al que da miedo despertar. Me acerco con sigilo y le presiono repetidas veces en el lomo. Insisto. Y nada.
Quiero sacarlo del letargo, pero me da miedo hacerlo. A lo mejor se pone de mal humor y me cercena un miembro de un certero zarpazo (me encanta aliterar, hay que aliterar todos los días; creo que es herencia de todos los años que dormí en una litera).
Suscribo lo de «Tuitear sin bloguear» que dice mi amigo Leandro. ¿Para qué vas a escribir 300 palabras si con 140 caracteres la gente se queda satisfecha e incluso te retuitea? Economía de palabras. Hay que dosificar, como decía Induráin (gracias Mikel por recordármelo).
¿Dejaré dormir al oso? No sé. No he dejado de azuzarlo mientras escribo esto… caray, está levantando un párpado… se está girando… torna el torso… ¡ZAS!
¡Socorrooooo! El oso me tiene agarradoooo… ayuda! ¿Hay alguien ahí? ZAS!!!!
¡Oye, que yo curro como una esclava!
Titajú, yo sé que trabajas un montón, y además eres una de mis más fieles lectoras.
Es sabido que a los osos les gusta la Miel (Induráin).
Jajaja Oso Ondo.
Efectivamente, hijo.
¡Gandules!
No me gandules.