Por lo menos a Trini no se le ha muerto más gente de la que lo hace habitualmente, mientras fue ministra de Salud; en cambio a Bibiana Aído le ha pasado lo contrario, desde que estrenó ministerio de Igualdad. Haga lo que haga en su ya exministerio, cada vez mueren más mujeres por culpa de la violencia de género y se va a terminar acordando para toda la vida del día infeliz en que dejó la dirección de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, para seguir a Zapatero en Madrid con un ministerio, que parecía una monada, pensado para que ella se luciera más que con el Flamenco, y que se le está convirtiendo en un marrón tamaño buque.
La verdad es que ella no tiene más culpa que la de haber aceptado el cargo sin saber a lo que se exponía, mientras que todos los demás, que veían la jugada, se dedicaban a apostar por el tiempo que tardaría en pegarse la castaña padre y madre con la Igualdad. Zapatero la metió en una trampa para leones y leonas, habría que decir para ser políticamente correcto, porque desde ese ministerio no se puede hacer nada para conseguir que disminuya la violencia de género, más que asistir a los funerales de las víctimas y rezar por ellas; pero para eso no hace falta ser ministra, como todo el mundo sabe.
La violencia de género y particularmente que los hombres maten a sus mujeres con más frecuencia que lo contrario, tiene mucho más que ver con el paro, la crisis, la angustia, la ansiedad, el que los sueldos no lleguen, y que la gente se lo gaste en bebida o en droga, para olvidar el mal trago de llegar a casa sin blanca, y tener que ponerle buena cara a la parienta en días así, pudiendo darle una guantada, porque como todo el mundo sabe, las mujeres suelen ser más débiles físicamente, aunque no mentalmente, que los hombres; y si se trata de liarse a tortas, él suele ser más fuerte que ella, salvo que la chica sea karateka. Y tiene que ver con que la parienta le diga que habrá que adoptar un churumbel, en vista de que la cosa no funciona, porque el tipo está ansioso y contraído desde que no cobra, y bebe, y fuma; y acaba fumao, y llegando a casa con pocas ganas de lo que te dije. “Hoy ha habido redada en el 33 y Mario llega a casa antes de las diez”, cantaba Mecano anticipando tantas cosas.
Eso no lo arregla un ministerio de Igualdad, ni dos, ni tres, sino el de Economía haciendo que la cosa funcione, el de Interior parando a las mafias del tráfico de la droga con los guardias, en vez de amenazarlos si no ponen multas de tráfico a los coches de los pacíficos ciudadanos, los pobres, que se vuelven a su casa con un colocón del patín por la situación personal, profesional y eso; el ministro de las bombillas, que tiene tela ser ministro para eso; el exotro que se va Cuba a ver como la Iglesia consigue que Fidel libere a un puñado de presos de conciencia; y tantos otros miembros y miembras del gabinete, que se alivian de hacer lo suyo, y se lo han debido pasar pipa con las angustias de Bibiana, de funeral en funeral y diciendo que hay que sacarle tarjeta roja al maltrato, por las mujeres que se mueren, porque las matan sus maridos cuando ya no pueden aguantar más la situación en la que viven. Menudo marrón para la ministra, que encima parece que va a más conforme la crisis se va solucionando, como dicen los optimistas.
Porque ella defiende que los seres humanos sólo lo son a partir de cierto momento, sobre el que no hay una opinión unánime. Y en cierto sentido la exministra tiene razón, porque si consideráramos a los seres humanos desde su plenitud, habría que reconocer que ese momento sólo se alcanza a partir de cierto momento, que sólo lo alcanzan algunos, y que ese momento todavía no lo ha alcanzado la ex, ni casi nadie en este mundo, sino que vendrá más bien en el otro. En ese sentido los seres humanos solo lo son completamente al final, cosa que los fetos abortados lo saben enseguida, pobrecitos, y los demás, poco a poco, conforme asisten a un funeral, y a otro, y a otro, y se dan cuenta de que la cosa es breve para todos.
Archives
20
Oct 10