el dinero de los jardineros no se acaba nunca

Para entender mejor los disparates de los políticos cuando les dan dinero de más a los que tienen más cerca y les son más leales, no hay nada como un argumento sencillo de los que el periodismo norteamericano rebosa por todas partes. «El dinero que damos es un indicio de las relaciones que más nos importan», dice una profesora de Princeton. Y en el mejor estilo del periodismo norteamericano, TWSJ comenta la frase: “Tal vez por eso, a Jessica Gottlieb no le costó cancelar la limpieza mensual de su piscina en su casa en California, después de que su negocio de venta en Internet se fuera a pique. «Cada vez venía alguien diferente. No los conocía», dice. “Sin embargo, le preocupa el jardinero, que lleva más de diez años cortando su pequeño trozo de césped. «Ha visto crecer a mis hijos», cuenta Gottlieb. «Es parte de nuestra vida». Gottlieb podría comprarse una cortadora de césped y ahorrar los US$60 al mes, pero ha decidido que el jardinero se queda”.
Esto es un ejemplo que sirve para imaginar lo que estará pasando por la cabeza de tantos políticos socialistas, alcaldes, concejales, consejeros varios, y sus novias o sus parientes, ante la posibilidad de que las elecciones les echen del poder, y ya no puedan, no sólo ningunear a los que les parecen cada día diferentes y que para nada son de los suyos, sino que van a tener que dejarle de pagar incluso al jardinero que ha visto crecer sus carreras políticas y se ha alimentado de ellas, cuando podría haber sido mucho más barato una cortadora de césped.
El cambio político es que España funcione, dijo Felipe hace casi mil años, y ya se ve que todavía no ha llegado el momento de que pase eso. Al cabo del tiempo resulta que la cosa ya no es que ni funcione, sino que siga, tan malamente como hasta ahora, para los jardineros que han vivido del machito durante años, o más, porque algunos de ellos parecen estar en el mismo sitio desde siempre. Lo normal es que hagan todo lo posible porque la cosa siga, tan malamente como siempre, y que eso les permita sobrevivir. Que le podrían seguir sirviendo de jardineros al nuevo que venga, por los mismos dólares mensuales, digamos.
Por eso el cambio político no se ve tanto en las promesas de que todo vaya a funcionar mejor, como en los movimientos de los dinosaurios y roedores del sistema por cambiar la alineación de sus objetivos hacia las nuevas fuentes emergentes. No hace falta otro criterio para dimitir que darte cuenta de que los que te querían ya no te quieren, incluso los más cercanos, cuando ven que si siguen contigo el tiempo de la jardinería se acaba irremisiblemente y hay que seguir: la vida es así: tú para abajo y yo como siempre.

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