Los niños deberían estar preocupados de que los mayores quieran cada vez más invadir su espacio vital. Una cosa es que haya que obedecer en casa a los padres y sonreírles a los abuelitos, que eso ya se da por descontado, pero qué hacer con esos padres y madres que se esfuerzan por parecer cada vez más jóvenes, conforme van siendo cada vez más mayores los hijos que ellos mismos han traído a este mundo, en el que tantas cosas están cambiando.
Terrible dilema el que les da a los progenitores cuando resulta que Pepito tiene ya 11 años y Margarita 9. ¡Pero si parece que fué ayer! ¿Es que acaso somos nosotros nueve u once años más viejos? Si todavía somos unos chavales y nos podemos ir de copas o incluso de botellón sin dar el cante de lo pellejudos que nos estamos volviendo.
Las marcas se han dado cuenta inmediatamente de lo que les pasa a los padres cuando sus hijos dejan de tomar potitos; y no es otra cosa que conseguir que sean los padres los que empiecen a tomarlos ,y a ponerse potingues rejuvenecedores, a quitarse las arrugas de la piel, a ir al gimnasio a perder esos kilitos que les abochornan, no vaya a ser que a las marcas se les acabe el negocio cuando los niños crezcan, y coman, y se pongan lo que come y se pone todo el mundo.
Está de moda que los niños digan lo que van a ser de mayores y alguna marca de coches se está aprovechando, tal vez porque lo que les pase es que los mayores cada vez quieren ser más críos y no se compran el cochazo, sino la motillo que es una motaza con la que se van de juerga con los colegas como si fueran los tiempos de Easy Rider. En la moto, los michelines son impresentables; la cultura motera de los Grandes Premios, exige motoristas aniñados entre los seguidores, porque los corredores también lo son, casi de la edad que van a tener los hijos enseguida, y nosotros aquí sin entender ni palote de las características específicas de tal moto o tal otra, que nuestros hijos se saben de memoria, y las comparan, y siempre prefieren las que a nosotros no nos gustan.
Y nosotros con esa cara de panoli que se te pone cuando te das cuenta de que ese ya no es el sitio más oportuno para fondones y fondonas. Así que venga, al gimnasio, a correr todas las mañanas por el parque antes de ir a trabajar, que Pepito ya tiene 11 años y Margarita 9. Pero ¿cómo se nos habrá pasado el tiempo tan deprisa? Y resulta que yo tengo ya tantos y tu tienes cuántos, pero ¡a dónde vamos a llegar!, si todavía somos unos chavalotes que empiezan a dar sus primeros pasos.
Las marcas tienen pillados a los padres después de haber pillado a sus hijos, todo se les va a en gastarse pasta con reconstituyentes para las bolsas de los ojos y con modelitos de quinceañera, que no consiguen engañar a nadie, y menos que a nadie a los propios hijos, que se conocen muy bien a sus padres, porque los han visto desde que eran así de pequeñitos, y no tragan que les vengan con el cuento de hacerse más jóvenes y mas estiradillos que ellos. Vamos venga ya.
(Publicado en Padres y Colegios, 10-2010)
Tags: padres y colegios
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