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No existe Internet

(Foto de Eyeliam)

Hoy me desperté sobresaltado por una pesadilla. Soñé que no existía Internet. Lo primero que hice después de despegarme de las sábanas fue encender el ordenador y buscar el icono del «browser» para constatar que todo era un delirio. No estaba. Escudriñé desesperadamente el disco duro, pero no había rastro. No había forma de conectarse a la red.

Un sudor frío se me descolgó por el espinazo. Salí corriendo hacia la habitación donde tenía el «router», pero tampoco estaba. «Si hubiera Internet, podría buscar en Google qué hacer en caso de que desapareciera Internet», pensé. Pero era demasiado tarde. Realmente no existía Internet. Tal vez todo había sido un sueño, e Internet nunca había existido.

Se me ocurrió volver a la cama para dormirme e intentar soñar nuevamente en Internet, para ver si así lograba algo. A los cinco minutos ya estaba roncando, y a los diez soñaba que estaba delante de una computadora. La encendía y en el escritorio, en un tamaño mayor que el de los demás, un icono de navegador. Lo abrí. Funcionaba. Internet funcionaba. Solamente en mis sueños, pero funcionaba. Así, en pleno REM, tomé una decisión drástica. Nunca más despertar.

¿En qué eres un virtuoso?

Foto de Jaako

Acabo de empezar a leer Outliers, de Malcolm Gladwell. El libro se devora con fruición. Está muy bien escrito y el contenido es ameno. En las páginas que he leído hasta ahora, la idea que más me ha llamado la atención es la de la «regla de las 10.000 horas». Según Gladwell, para llegar a dominar una actividad con virtuosismo, se necesita practicarla durante 10.000 horas, y cita como ejemplos a Bill Gates, Steve Jobs o Los Beatles.

“En cada estudio que se ha hecho de compositores, jugadores de baloncesto, escritores de ficción, patinadores sobre hielo, concertistas de piano, jugadores de ajedrez, criminales profesionales, este número sale una y otra vez. 10.000 horas es el equivalente a unas tres horas al día, o 20 horas por semana, de práctica durante 10 años… No se ha encontrado ningún caso hasta la fecha en que un experto de talla mundial lo haya logrado en menos tiempo. Parece que es lo que tarda el cerebro en asimilar todo lo que necesita para lograr la verdadera maestría».

Esto me da que pensar: ¿a qué habré dedicado todas esas horas a lo largo de mi vida? ¿En qué seré un virtuoso? Hago un cálculo mental rápido del número de horas y no me queda la menor duda: soy un virtuoso del sueño.

El sueño

FOTO de Hamed Saber
FOTO de Hamed Saber

Después de muchas noches sin dormir, los párpados parecen guillotinas que caen demoledoramente sobre los ojos. Llevo una media de dos horas de sueño desde hace tres años y creo que estoy empezando a notarlo ¡Oaaaa! (bostezo). Ya no tengo la lozanía de antaño y cada vez…, cada vez… ¡Oaaaa! (bostezo) cada vezzz… ¡Oaaaa! (bostezo, de nuevo)… cada vezzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
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PD: Para cuando leáis esta posdata, seguramente ya habréis bostezado al menos una vez, o estaréis a punto de hacerlo. Y si no lo he conseguido, leed este extracto de la introducción del libro «The Tipping Point«, de Malcolm Gladwell.

El lugar del sueño

Catita: Papi, Andrea tiene sueño.
Allendegui: Ah, ¿sí? ¿y dónde tiene sueño?
Catita: En los ojos, papi.