El truco del dentista
Catita llevaba varios días hablando del dentista. Hoy me tocó llevarla. Esta mañana fue que ella misma quien me recordó la cita con un alto grado de excitación, algo que me dejó estupefacto.
Mis recuerdos de infancia del dentista son borrosos cuando menos; terroríficos si fisgo un poco más en la memoria. ¿Por qué Catita estaba tan contenta de ir al dentista? Elucubraba yo sobre esto en el camino hacia la consulta, a la que, por cierto, era la primera vez que iba. En el último cruce antes de llegar, Catita gritó:
– Papi, ahí está. Es ese edificio de ventanas verdes. Vamos. ¿Sabes cómo llegar?
Yo seguía sin entender tanta emoción.
Aparcamos el coche, entramos en el edificio y avanzamos por el laberinto de pasillos hasta llegar a la consulta. Después de registrarla, esperamos un rato, hasta que la llamaron y se la llevaron. Media hora después se asomó la dentista para avisarme.
– Ya hemos terminado. Puede venir.
Cuando entré en la sala, Catita estaba todavía tumbada en la silla, mirando fijamente hacia el techo. Me sorprendió su docilidad. Entonces levanté la mirada hacia el techo y entendí por qué Catita iba tan contenta al dentista.
Muy bueno.
Hace unos días vinieron los de la asociación donantes de sangre a mi empresa (ésta te saca la sangre aunque no quieras, la asociación te lo pide humildemente), y tumbado en la camilla se me ocurrió esa idea.
Leitzarán, pues ya ves que la idea da resultado, así que puedes aplicarla sin ningún problema.
Eso es porque Catita es muy valiente! yo ni con el mejor partido de don Rafael Nadal sobre mi cabeza podría ir al dentista con esas ganas. Todo en esta vida tiene sus límites…
bettyboop
De seguro le pusieron a los Teletubbies. Tienen un efecto anestésico similar a la morfina.