Dic 142016
 

En estas fechas navideñas es un lugar común hacer chistes sobre las cenas en familia o de empresa, y los temas recurrentes y chascarrillos con los que todos tenemos que lidiar. Si hay un tema que garantiza polémica y puede hablarse todavía con cierta ligereza es la legalización de las drogas blandas. ¿Las semillas de marihuana son legales o no? ¿por qué existen clubes de cannabis si no son legales? ¿o lo son? ¿Qué partidos políticos defienden básicamente la misma postura que Podemos en lo relativo a la regulación de esta sustancia? Las respuestas a estas preguntas son complicadas. Porque la normativa cambia enormemente entre las diferentes comunidades autónomas, y fuera de España la realidad es, y esto es casi un eufemismo, bastante heterogénea. Recientemente representantes de la Federación de Asociaciones Cannábicas de Canarias se han reunido con diputados socialistas para solicitar que se constituya una comisión parlamentaria de estudio que dé respuestas a la realidad del cannabis tanto desde el punto de vista lúdico como terapéutico. Es importante esta puntualización: la realidad del cannabis. Y es que una cosa es la realidad, que existe por sí misma, y otra lo que está escrito en las leyes, de una generalidad o inconcreción que tiene como resultado una existencia alejada por completo de lo que realmente ocurre. El hecho de que en Canarias existan Asociaciones Cannábicas quizás no sorprenda a muchos. Pero quizás sí que lo haga que sus representantes pidan una regulación. Esto es porque siempre pensamos que cierta laxitud beneficia a los que se mueven en los claroscuros legales. Pero resulta que es justamente al contrario. Más allá de la necesidad de sentirse legitimados, y de pensar que, honestamente, los que consumen marihuana de manera informada, consciente y mesurada son muchos más que los que consumen alcohol o tabaco, hay asuntos como normativas municipales que cumplir, contratos de trabajo que regularizar y un largo etcétera de trabas amparadas en esa niebla legislativa. La polémica que genera este tema es un arma de doble filo: los focos siempre apuntan en esa dirección cuando una figura pública pronuncia la palabra marihuana. Pero también cargan con el enorme peso del estereotipo. En Canarias la llamada de atención parece haber sido escuchada.

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