La pesca con plátanos
Siempre que voy a comprar pescado le pregunto al pescadero cómo murió el pez. Necesito un relato preciso de los últimos momentos de la vida del pez para poder engullirlo sin remordimientos de conciencia. No me sirve que me digan: «Por la boca murió el pez». No, eso no lo tolero. Tengo que saber los pormenores. Y de un tiempo a esta parte, solo como truchas capturadas con el método del plátano, que no las hace sufrir innecesariamente.
¿En qué consiste el método del plátano? Pues tiene cierta complejidad. No cualquier pescador lo sabe aplicar. Se requiere pericia, observación, reflejos y conocimientos de matemáticas. Primero hay que observar atentamente el comportamiento de las truchas, por dónde nadan y sobre todo cómo saltan. Una vez establecidos estos patrones es cuestión introducirse en el agua y esperar en una zona poco profunda.
En el momento en que salta una trucha, el pescador, que siempre debe llevar una calculadora cientítica, saca un plátano del bolsillo y, tras hacer un cálculo trigonométrico, lo clava rápidamente en el fondo del río, en el sitio exacto en el que caerá la trucha. La trucha se estrella irremediablemente contra el plátano y se queda tendida sobre el agua, sin sentido. Es entonces cuando se recoge el pez inconsciente y se introduce en la cesta, listo para asar a la plancha.
Según estudios hechos en Groenlandia, las truchas no sufren nada de esta forma. Y al cocinarlas están todas sonrientes, su carne es mucho más suave e incluso tienen un ligero sabor a plátano.