Por qué el iPad será un éxito
Han pasado varios días desde que Steve Jobs presentó su iPad y todavía no he escrito nada al respecto. Quizá sea demasiado tarde y ya se haya dicho todo lo que se tenía que decir sobre el nuevo aparato. Por si acaso, había optado por no leer nada de lo que se ha publicado después para que, si en algún momento se me ocurría escribir, pudiera hacerlo con total libertad, sin ser esclavo de pensamientos ajenos.
En mi caso, llevaba casi 20 años esperando la reencarnación de la Newton. Leí todos los rumores que fueron surgiendo en los dos últimos años con la esperanza de que finalmente alguno se hiciera realidad, como quien tamiza las arenas auríferas en busca de la pepita de oro. Creo que por este exceso de expectativas, el iPad me decepcionó. Al menos inicialmente. No tenía las dos cámaras de vídeo que me habían vendido los rumorólogos, ni tampoco un interface futurista capaz de sustituir al teclado; todo lo que me pareció ver fue un iPod Touch transgénico, con gigantismo. Después de reposar un poco las ideas, estoy convencido de que el iPad será el principio de una revolución exitosa. ¿Por qué?
1. Porque hay varias industrias que estaban buscando una tabla (en este caso tableta) de salvación para salir a flote, como las editoriales de libros o los periódicos. Para ambos, el iPad será una oportunidad de generar dinero con sus contenidos.
2. Porque modifica la noción de lo que es un libro, o más bien la depura. Un libro deja ya de ser un bloque de papel con tapas para ser conocimiento digitalizado, fácilmente accesible y legible en un aparato. Aunque el Kindle ya había iniciado esta revolución, el mojo de Apple es lo que hacía falta para darle el impulso que necesitaba.
3. Porque termina de enterrar el concepto tradicional de lo que es la televisión como la conocíamos. Si el TiVo empezó a resquebrajar ese modelo de programación en el que la cadena imponía los horarios y los anuncios, el iPad terminará esa faena. Los canales tendrán que pensar en otros modelos de distribución de contenido porque las parrillas de programación no funcionan, y el iPad parece un vehículo ideal.
3. Porque cambiará la forma en que se diseñan los sitios de Internet. Hasta ahora, los diseñadores aprovechaban los tamaños de pantalla cada vez más grandes para hacer sitios de Internet cada vez más difíciles de navegar. En lugar de mejorar la usabilidad de los sitios, se habían páginas llamativas, como si todo se redujera a un alarde de conocimientos de Flash. La llegada del iPhone provocó un cambio en la manera de diseñar la experiencia de un sitio de Internet, hasta el punto de que, a pesar de su tamaño, es más fácil navegar en un iPhone que en un ordenador de escritorio. Ahora, con una pantalla mayor, será una experiencia celestial.
4. Porque obligará a mejorar los interfaces para introducir información en los dispositivos electrónicos. Una de las críticas que se le han hecho al iPad es que mantiene el teclado virtual, difícil de usar para la mayoría de la gente. Conociendo a Apple, esto no es más que una transición hacia una forma revolucionaria de interactuar con las computadoras: ¿será el lenguaje natural el futuro de los interfaces? No lo sé, pero seguramente que las críticas serán un acicate para Apple y que el iPad estará en esa vanguardia.
5. Porque acabará con los problemas de espalda de muchos estudiantes en todo el mundo, que ya no tendrán que cargar con pesadísimas mochilas, sino que todo su material de aprendizaje estará en esa tabletita. Además, y esto es aún más grande que acabar con las lumbalgias, el iPad tiene el potencial de transformar radicalmente la transmisión del conocimiento, hasta hacerlo accesible a lugares donde hasta ahora no llegaba. El iPad tiene el potencial de ser un instrumento de revolución educativa mundial, con el que los niños de países en desarrollo podrán tener acceso al mismo conocimiento que las elites de Harvard.
Cuando veo el iPad, no puedo evitar pensar en las tablillas donde, 18 siglos antes de Cristo, se escribió el Código de Hammurabi, uno de los primeros documentos legales escritos de que se tiene registro. Seguramente alguno pensó entonces que aquellas tablillas con escritura cuneiforme eran una estupidez.