A los niños les gustan más las cajas
El sábado celebramos el cumpleaños de Andrea. Estuvimos abriendo los regalos. El nuestro era un gran teatro de guiñol. Catita le ayudó a abrir la enorme caja. Lo armamos en cinco minutos. Pegatinas, cortinas, luces… Las dos se quedaron contemplándolo dos minutos. Dos minutos. Eso duró la emoción.
Dieron media vuelta y repararon en la enorme caja. En esa caja descubrieron un potencial maravilloso que no encontraron en el teatro, que para ellas, quizás, constreñía la imaginación. Se introdujeron en ella y entre las cuatro paredes de cartón imaginaron mundos que el guiñol no ofrecía. Estuvieron jugando un buen rato mientras el teatro se moría de risa, solo, en una esquina, como un payaso sin gracia.
Por eso concluyo que a los niños les gustan más las cajas que los regalos. Por eso hay que regalarles cajas y que se imaginen que son regalos. Los mayores, en cambio, preferimos que nos den regalos, y luego, si no nos gustan, imaginamos que son cajas.