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10 razones por las que comer ostras

Si ayer escribía sobre las 10 cosas que más extrañaba de la era anterior a Internet, hoy recojo en este post los diez motivos por los que se debe comer ostras, según el bar-restaurante Hunt’s, de Panama City.

Por cierto, si alguna vez pasáis por este destino turístico de Florida, no dejéis de daros una vuelta por Hunt´s. No os arrepentiréis.

1. «Shuckin» (abrir una ostra) rima con algunos de nuestros verbos y adjetivos favoritos (supongo que se referirán a fu**ing, entre otros)

2. Las ostras te ayudan a salir del cascarón.

3. A veces puedes encontrar una perla.

4. Mejoran tu rendimiento.

5. Las ostras son húmedas y resbaladizas (un guiño al álbum de Bon Jovi Slippery when wet)

6. Te puedes freír (argot para emborrachar) junto con ellas.

7. Son la excusa perfecta para beber cerveza.

8. Las ostras saben mejor que el Viagra.

9. Tienen mala pinta, pero saben muy bien, ¿te suena? (a mí no, no sé a qué se refieren, si alguno lo sabe, que lo ponga en los comentarios, por favor)

10. Te obligan a aprender a tragar rápido.

Por cierto, en una de las paredes tenían colgado un papel con uno de los homenajes póstumos más bonitos que he leído, dedicado a un ex empleado fallecido: «Dios necesitaba a alguien que le abriera las ostras y a Tom le dieron el trabajo. Que en paz abra ostras».

¡Ostrás, qué ostras!

Atraídos por el hambre y una enorme valla publicitaria a un lado de la carretera, nos detuvimos en Wynzells, un restaurante de ostras muy cerca de Mobile, Alabama. El local original lo fundó J. Oliver Wintzell en 1938, toda una reliquia para un país como Estados Unidos. El interior pasaría literalmente al ostracismo de no ser por sus paredes bañadas de sabiduría. Cada palmo de pared está cubierto por tarjetas de colores con frases ingeniosas impresas. Miles de tarjetas. Algunas contienen refranes inventados, otras hallazgos verbales y algunas rayan la greguería. Sentencias brillantes como «no hay nada peor para tus laureles que dormirte en ellos». Pensé que sería un buen recurso para que los comensales no se aburrieran como ostras esperando sus platos.

Ojeamos el menú. Recomendaba las ostras fritas, estofadas o desnudas. Como iba con mis hijas pequeñas, me pareció indecente pedir las ostras desnudas. Las estofadas me daban mala espina (no vaya a ser que luego me estofen en la cuenta, pensé). Así que pedimos las ostras fritas. Mientras llegaba la comida, nos deleitamos degustando toda esa sabiduría popular de las paredes. Tras el aperitivo intelectual, finalmente llegaron los platos, pero preferimos seguir leyendo. Para qué comer ostras, si se puede leer sabiduría. De vez en cuando nos acordábamos del hambre, y dábamos algún bocado.

– Ostrás, qué buenas.

Después de llenar la andorga, seguimos absorbiendo conocimiento y cuando ya estábamos ahítos de saber, me entraron ganas de ir al baño. En la especie de zaguán que servía de antesala a los retretes,  seguí leyendo frases, y más frases, tratando de memorizar la mayor cantidad posible. Salimos del restaurante saciados y más sabios. Después de esta comida puedo aseverar tajantemente que comer ostras incrementa el ingenio y que el saber sí ocupa lugar.

NOTA: Si hacéis click en los links, podréis leer muchas de estas frases, para que os cultivéis, como las ostras de cultivo.