La llamada
- FOTO DE STRIAC
Iba conduciendo por una interminable carretera interestatal al borde de la narcolepsia cuando reparó en una gigantesca valla publicitaria. Al principio no se fijó demasiado en la imagen, pero al centrar la vista se dio cuenta de que sobre el enorme fondo blanco estaba impreso un gigantesco número de teléfono. Su número de teléfono. Eso lo turbó hasta el punto de despertar de la somnolencia como de una mala pesadilla. Instintivamente cogió tu teléfono móvil, que estaba tirado sobre el asiento del copiloto. Marcó el número y le contestó él.
– Diga, ¿quién es?
– Soy yo, ¿y tú?
– Soy yo también.
– Oye, pero ¿por qué me has contestado?
– Tú me llamaste, ¿no?
– Sí, pero a mi número de teléfono.
– Por eso. ¿Qué quieres?
– Pues en realidad nada, pero vi mi número en la valla publicitaria y quise constatar…
– ¿Constatar qué?
La luz de un vehículo que venía en dirección contraria lo deslumbró pero, distraído con el teléfono, no tuvo tiempo de dar un volantazo y evitar la colisión. La llamada se cortó. Se hizo un silencio absoluto en la carretera, quebrantado solamente por el leve chasquido de la valla publicitaria al cambiar de número telefónico.