El método Antonio
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Boris se me acerca con grandes aspavientos y me dice que me tiene que contar cómo funciona el «método Antonio». Lo miro algo perplejo y él sigue gesticulando: «Sí, sí, el método Antonio». «¿Y en qué consiste el método Antonio?», le pregunto. Boris empieza a explicarme:
«Cuando organizas una fiestita, invitas a tus amiguitos. Y siempre hay algunos a los que no quieres invitar, pero con los que tampoco quieres quedar mal. ¿Qué haces entonces? Tú empiezas la fiestita como si nada, y cuando ya está a punto de terminar, a eso de las dos de la madrugada, le pides a uno de los invitados que llame a esa persona a la que no querías invitar pero con la que tampoco querías quedar mal. ‘Oye, te llamo porque estoy en la fiesta de W. y queremos que te vengas’. Al otro lado de la línea, el no-invitado-ahora-invitado hace grandes esfuerzos para articular palabra después de varias horas de profundo sueño, mientras se frota los ojos para arrancar de cuajo las legañas. ‘Verás, es que llevo tres horas en la cama, y vivo a 30 kilómetros de tu casa, creo que mejor para otra ocasión. Pero muchas gracias por invitarme’. El que llamó lamenta la negativa y coincide en que quizás sea demasiado tarde y que mejor queda para otra. ‘Qué lástima. Pero bueno, no te preocupes, te entiendo. Otra vez será. Que descanses».