Escribir bien debería estar prohibido
Por el bien de la moral pública y la salud mental de la sociedad, debería proscribirse la buena literatura. Escribir bien, con virtuosismo, es una actividad que provoca envidia y mala leche. En las últimas semanas, han sido varias las conversaciones en las que he escuchado frases como éstas:
– ¡Jo, fulanito (un periodista), qué bien escribe el cabrón!
O
– Ese escribe como los ángeles. Da una envidia…
O
– ¿Por qué escribirá tan bien el capullo ese?
¿A qué se debe esto? Mi teoría es que, a diferencia de otros virtuosismos, como tocar el violín, por ejemplo, la gente percibe la escritura como algo más asequible, como un talento que debería ser más fácil de adquirir. A fin de cuentas, escribir, usar el lenguaje para contar historias o transmitir ideas es algo que todos hacemos. Sin embargo, malear el lenguaje (no confundir con «marear») para llegar al nirvana narrativo, en el que uno consigue que el lector imagine la escena de un texto como si viera un cuadro o una película, está al alcance de pocos, de esos pocos que provocan la envidia del resto.
He de confesar que yo mismo he sentido esa envidia (algunos dirán que sana, pero creo que la envidia, por definición, nunca es sana) al leer textos de maestros como Pedro de Miguel, Peter para sus amigos, que hoy jueves hace tres años se nos fue allá arriba, donde seguramente seguirá escribiendo, ahora más que nunca, como los ángeles. Si todavía no habéis tenido la oportunidad de leer sus escritos, daros un paseo por su blog Letras Enredadas y disfrutadlo. Os copio uno de sus posts
ÁNIMOTERAPIA.
No estás del todo bien: debilidad, cansancio. Estás, vaya, hecho unos zorros. Entonces llega el optimista:
-Te veo bien.
Estás a punto de decirle que se limpie las gafas, que vaya al oculista, que tenga más pesquis, pero optas por poner tu peor cara, para infundir compasión.
-En serio, te veo mucho mejor que la semana pasada.
La semana pasada zampabas alubias, ibas al monte, leías incluso a Philip K. Dick.
-Además, hay que tirar para alante. Luchar.No sé a qué se refiere el sano con lo de «luchar». Se imagina que la enfermedad es como un combate de boxeo: te dan pero contestas, te tumban pero al caer le pones la zancadilla al rival. A un pastillazo respondes con un palíndromo.
-Pues mira -le dices al optimista-, estoy bastante jodido, lo que pasa es que me ves con buenos (y miopes) ojos.
Y entonces viene lo que más temes: la palmada en la espalda, el codazo cómplice en los riñones, el puñetazo cariñoso en el hombro:
-Venga, chaval.La enfermedad es una lucha contra los sanos.
PD: Por cierto, desde hace un tiempo existe un grupo en Facebook de los Amigos de Peter. En estos días se está gestando un proyecto editorial para publicar sus mejores textos literarios. En el Facebook del grupo podréis ver más detalles y la forma de colaborar.
Gracias por recordármelo. Y, además, ¡qué bien te ha quedado!
Siempre me ha impresionado la visión de la vida que tenía Peter, que se refleja en sus escritos.
Muy bueno, Allendegui.
Te he recordado con este buenísimo deseo, tan propio de estos tiempos llenos de prohibiciones, al recordar a mi vez el tercer aniversario de Peter. Un abrazo.