La invitación
Recibió un sobre vacío, sin remitente ni tarjeta ni sello. Se puso muy contento y lo guardó celosamente en el bolsillo de su desgastada levita. Dos semanas después acudió al banquete. Se sentó en la última silla de la mesa llena de manjares, solo. No probó bocado. Simplemente se sació paladeando la emoción de que alguien se hubiera acordado de él para invitarlo.
Muy bueno! Tiene reminiscencias borgeanas, papi. Te felicito
Gracias papi! Me encanta la palabra reminiscencias. Tiene reminiscencias reminiscentes.
me siento identificado con el sobre.
Muy buena bua.
Yo me identifico con los sellos.
Un caso evidente de sobredosis.
Sobredosis de soledad. Qué aliteración sinestésica
Joer que hambre me has dado, felicidades por el blog renacido que espero siga con este ritmo durante muchos años.
Aupa San Fermín! Perdón, es la costumbre.
Miguel Angel, nada de hambre… deberías saciarte con la satisfacción de leer este blog renacido.