Semáforos a secar
Cuando uno se acostumbra a su entorno, las cosas dejan de llamarle la atención. Por eso, hace falta que te venga a visitar alguien como Alberto para tener epifanías como las suyas. Hoy íbamos en el coche. Nos detuvimos en un semáforo en rojo y vio lo que yo no vi, cegado por la rutina:
– Mira. Parece un tendedero de semáforos.
– Es verdad, respondí.
Y le saqué una foto.