Allendegui

Hoy fuimos a un Easter Egg Hunt, toda una tradición en Estados Unidos para celebrar la Pascua. En esencia es una carrera en la que los niños buscan y recogen huevos esparcidos en un campo. Los huevos suelen ser de plástico y están rellenos de dulces, pegatinas o pequeños juguetes de plástico.

El lugar estaba atestado de gente, como para perderse entre la marabunta.

– Atención, tenemos aquí a un niño que ha perdido a sus padres, avisaron por megafonía.

Además de la «caza de huevo», había varios juegos para niños… castillos inflables, toboganes y un pequeño recinto con animales de verdad: una coneja con sus conejitos, pollitos, patitos y dos cabras juguetonas y algo hambrientas que intentaban hincarle el diente a lo que podían.

– Ojo con esa cabra. Se llama Chewy y le gusta masticar pantalones…

– ¡Ouch! («¡qué dolor!», en castizo) Esos no son mis pantalones, es mi piel.

Pero lo que todos esperaban era el momento del «Egg Hunt». Cientos de niños detrás de una línea blanca, rugiendo, listos para salir en estampida con sus cestas a la caza de los huevos. Preparados, listos… ¡yaaaaaa!

El mejor resumen lo hizo el del megáfono.

– «Tardamos 45 minutos en sembrar estos 5.000 huevos… y ¡los habéis recogido en un minuto!»