Tapitas mexicanas
Me junté con otro amigo español en una cafetería de la Ciudad de México.
– ¿Qué les sirvo?, nos preguntó la dependienta.
– ¡Un cappuccino!, respondimos al unísono.
Mientras esperábamos a que nos los preparara, mi amigo, a quien llamaré R., me contó una anécdota que ilustra cómo un periódico puede manipular la realidad simplemente modificando los colores de una foto. Me decía que, durante el Mundial de 1998, cierto director de diario deportivo español bajaba a los talleres de fotocomposición para pedir que le aumentaran el magenta a las fotos de Javier Clemente, y que así pareciera aún más cabreado.
– Aquí tienen sus cafés.
Enseguida empezamos a sorber de los vasos de papel. El café humeaba.
– ¿Quieren unas tapitas?, inquirió la dependienta.
Nos miramos sorprendidos. Nunca imaginamos que en una cafetería de México nos ofrecerían tapas.
– Pues claro, respondimos. ¿Qué tapitas tienen?¿jamón?¿tortilla de patata?
La dependienta nos miró algo desorientada, confundida, y, girándose, nos entregó dos tapas.
– Aquí las tienen, para que no se les caiga el café.