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¿Cómo se hace una bola de nieve?

Tenía abierto el navegador de Internet en un post con la fotografía de Andrea. Catita lo vio y me miró con gesto contrariado.

– Papi, esto no es justo. ¿Dónde está mi foto?

– Catita, hoy le tocó a Andrea. Otro día pondré tu foto.

– Pero papi, no está mi foto, y la de Andrea sí.

Me quedé pensando. Miré por la ventana. Estaba nevando.

– Catita, ¿quieres salir a hacer bolas de nieve? Así te saco una foto y la pongo en el ordenador, ¿te parece?

Catita accedió de buen grado.

– Papi, ¿me enseñas a hacer una bola de nieve?

Saqué el manual de bolas de nieve del congelador, y empecé a leer los pasos en voz alta, mientras Catita los ejecutaba.

– Primero, hacer acopio de nieve.

– Segundo, dar forma a la nieve.

– Tercero, lanzar la bola.

– Cuarto, y más importante, sentir la satisfacción de lanzar una bola de nieve.

De tal palo…

Foto de Lisa Norwood

Catita: Papi, ¿te cuento un chiste?

Allendegui: Sí, Catita.

Catita: ¿Cómo sabes que una flor está comiendo?

Allendegui: ¿…?

Catita: Porque tiene ketchup en la boca…

Falsificare humanum est

Estoy convencido de que todos los seres humanos venimos equipados de fábrica con varios programas. Uno de ellos es el «Falsifica.exe», que nos dota de una tendencia innata a hacer copias pirata de cualquier cosa. Esta semana lo constaté con Catita, mi hija de cuatro años.

Para limitar su consumo televisivo, fabricamos tres tarjetitas de cartón naranja, cada una valorada en media hora de programación. Catita empieza el día con las tres y nos entrega una por cada programa que pide ver. El jueves pasado se le terminaron las tarjetas, pero no las ganas de ver tele. ¿Su respuesta? Llegó con una tarjeta de imitación, garabateada en un papel blanco y arrugado que nos intentó colocar con gran descaro.

– Papi, tengo otra tarjeta. ¿Puedo ver otro programa?

– No Catita, esa tarjeta no vale. Es una falsificación.

Catita se marchó con gesto disconforme y volvió cinco minutos después. Un nuevo intento de darnos gato por liebre. Otra falsificación, en papel blanco, de su puño y letra, esta vez con un dibujo más refinado.

– ¿Ahora sí puedo ver otro programa?

Analogía entre manzanas y tazas

Acabo de constatar que las manzanas y las tazas se parecen más de lo que uno cree. En esta foto se puede ver perfectamente la similitud entre un mordisco en una manzana y una fractura en una taza de porcelana. La taza, que compré hace unos años en el cuartel general de Apple en Cupertino, fue víctima de varias circunstancias concomitantes (qué palabra tan bonita, dan ganas de concomérsela): hacinamiento en el anaquel*, sueño matutito, tirones de pijama de hijas exigiendo desayuno… y torpeza, simple y llana torpeza.

*Ya había habido varios motines de tazas y vasos para exigir mejoras en sus condiciones de reclusión, como más luz en el anaquel, más visitas de copas y otros familiares y horas de recreo de 63 minutos.

Desafiando a las garrapatas

Finalmente logramos convencer a Catita. La armamos de valor para enfrentarse a las temidas garrapatas y nos lanzamos al bosque. Valió la pena, como podéis ver.

Respuestas que desarbolan

Allendegui: Catita, ¿quieres ir al bosque a ver el cambio de color de las hojas en los árboles?

Catita: No papi, no quiero ir. Andrew fue al bosque y se le pegó una garrapata.

NOTA: Viéndolo mejor, yo tampoco quiero ir.

Periodistas y pulseras

Catita me pregunta de repente:

– Papi, ¿te gusta tu trabajo?

– Sí, Catita, claro.

– Papi, en tu trabajo haces pulseras.

– Esteeeee, no, Catita, papi escribe noticias.

– ¿Y qué son noticias?

– Hmmmmm, buena pregunta. Son historias de cosas que le pasan a la gente.

– ¿Qué historias?

– Por ejemplo…. (no se me ocurre nada mejor en ese momento)… Imagínate que el Real Madrid juega un partido de fútbol y gana. Eso es una noticia.

– Y ¿eso le pasa a la gente?

– ….

Helados y consulados

Foto de Striker Photo
FOTO DE STRIKER PHOTO

Estamos hablando C. y yo de que S. tiene que ir al consulado a renovar su visado. Catita está a lo suyo y no parece prestar mucha atención a lo que conversamos.

C.: Siempre que S. tiene que ir al consulado de Estados Unidos se pone muy nervioso.

Catita: ¿Por qué S. se pone nervioso con su helado?

C.:

Ahora Catita nos pregunta todos los días cuál es el problema de S. con los helados.

Palabras robadas

Catita: Mami, ¿Cuándo va a hablar Andrea? (que acaba de cumplir un año).

Mami: Pues en unos meses.

Catita: Mami, no quiero que hable Andrea porque si no me quitará las palabras.

Juegos de patriotas

Si hay algo admiro de los estadounidenses es su patriotismo. Siempre les he envidiado ese fervor por su país y el amor a la bandera y los ideales que representa. Y pensaba, ¿Cómo lo harán? Ahora ya sé.

Catita jugó el sábado su primer partido de fútbol con los Lightnings. Después de calentar, una voz por megafonía llamó a todos a levantarse: «Could you please raise for the playing of the national anthem». Se hizo un silencio sepulcral y empezaron a sonar los acordes  de «The Star-Spangled Banner», mientras ondeaban las barras y estrellas. Al terminar, tronaron los aplausos.

El domingo por la noche, hablaba con Catita, y le preguntaba si se sabía el «pledge of allegiance». Sin titubear y con la mano en el corazón, empezó a pronunciarlo:

«I pledge allegiance to the flag of the United States of America and to the republic for which it stands, one nation under God, indivisible, with liberty and justice for all.«

Me impresionó escuchárselo a mi hija de cuatro años. Y ahora lo entiendo.