El pájaro del carpintero
(Foto de Mike Baird)
Iba caminando por la calle, con la cabeza llena de pájaros, cuando se me ocurrió que necesitaba una puerta nueva para mi estudio. No sé si fue alguna inspiración, pero levanté la vista y vi el letrero de una carpintería.
– !Qué ad hoc!, pensé.
Entré. En el mostrador había un pájaro. Algo atónito le dije:
– Oiga, perdone, vi el letrero de carpintería, pero creo que me he equivocado de sitio.
– No hombre, esto es efectivamente una carpintería. Yo soy un pájaro carpintero.
– Ahhh, no pensé que ustedes también ejercieran la profesión en carpinterías… muy bien. Verá, quería saber cuánto me costaría una puerta nueva para mi pequeño estudio. Una puerta estándar.
– Ufff, no quiero ser pájaro de mal agüero, pero eso le costará mínimo mil dólares.
– Oiga, pero eso es un robo. Usted me quiere desplumar.
– No señor, es lo que me cuesta. Como sólo uso el pico para trabajar, pues tardo más. Y yo cobro por horas.
– Ahh, ya entiendo. Es usted un pájaro… bueno, si es así, entonces me parece muy buen precio. Y ya que estamos, mato dos pájaros de un tiro y le encargo también una ventana y un cuchillo de madera.
– Lo de la ventana se lo haré con mucho gusto, pero lo del cuchillo no, porque ya sabe usted que en casa de carpintero, cuchillo de metal.
Le pagué por adelantado y me fui volando.