Eolo en las aulas
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Ahora que medio mundo busca fuentes de energía alternativas, me acuerdo de Don Alfredo y sus clases de música en el colegio. Cuando llegaba el calor primaveral, adoptaba un método revolucionario, barato y eficiente para refrescar el aula y combatir el tufillo axilar que generábamos 40 adolescentes encerrados. Nos hacía ponernos de pie junto al pupitre y, al dar la señal, comenzábamos a correr en fila india por los pasillos de la clase. Así generábamos bocanadas de aire fresco que purificaban nuestra atmósfera y nos permitían seguir la clase sin caer en un sopor. Después de dar varias vueltas, ya exhaustos y sin aire en los pulmones, caíamos rendidos sobre nuestras respectivas sillas, listos para la lección del día: los instrumentos de viento.