Las consecuencias geográficas de una congestión
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Llegó al mostrador del aeropuerto muy cansado y con una congestión nasal aguda. Todo lo que quería hacer era dejar la maleta y subirse al avión para quedarse profundamente dormido hasta aterrizar en la capital de Sri Lanka.
– Buenos días, señorita, aquí está «bi basaborte»… «disculbe» que le hable así, es que tengo «bucha congestión».
La empleada de la aerolínea ni le miró a la cara. Se limitó a teclear sin mediar palabra.
– La «baleta» aquí se la «bongo»… ¿le «barece»?
La azafata siguió tecleando. Imprimió el billete y se lo entregó al viajero, que lo introdujo maquinalmente en el bolsillo de su abrigo. Se fue a rastras hasta la puerta de embarque y se quedó dormido en la sala de espera. Cuando despertó, estaban entrando al avión los últimos pasajeros. Se levantó corriendo, entregó su billete a la azafata y embarcó. En cuanto llegó a su asiento, se abrochó el cinturón y cayó completamente dormido. Tres horas después se despertó con el anuncio del piloto.
– ¡Merhba Malta!, Espero que disfruten su estancia en La Valeta.