Semáforos a secar
Cuando uno se acostumbra a su entorno, las cosas dejan de llamarle la atención. Por eso, hace falta que te venga a visitar alguien como Alberto para tener epifanías como las suyas. Hoy íbamos en el coche. Nos detuvimos en un semáforo en rojo y vio lo que yo no vi, cegado por la rutina:
– Mira. Parece un tendedero de semáforos.
– Es verdad, respondí.
Y le saqué una foto.
Bueno, ahora que han pasado por la lavadora, por lo menos ya se ven.
Sólo por curiosidad: ¿van más o menos todos a la vez, o a veces va cada uno a su bola? ¡qué alu cine!
Buah, los semáforos, qué mala gente. Enseguida te ponen verde.
Bueno, es que tener a Alberto es un privilegio! Disfruta ahora que lo tienes ahí. Tengo ganas de que vuelva.
bb
Mira que si destiñen y se queda la calle llena de gotitas rojas verdes y naranjas…
Abrazo
En realidad los semáforos son unos vergonzosos. Los coches le sacan los colores.
A mi me dio la misma impresión cuando los vi, pero no les hicimos ninguna foto, ¡qué poco originales!