El periodismo del futuro… ¿y un futuro deprimente?
(Ilustración de Tom Manning, para IDEO; Fotografía de Nicolas Zurcher)
«Las redacciones del futuro se parecen a las cafeterías de hoy».
Al menos así lo vislumbran los creativos de la consultora IDEO, después de reunirse día y noche durante tres semanas para conceptualizar su alternativa a los modelos periodísticos tradicionales (¿Quizás una sobredosis de cafeína?). El resultado es una simulación futurista sobre la experiencia de recibir noticias.
Estos son los pilares de su visión:
«La manera en que definimos y experimentamos las noticias puede, y debería, cambiar a mejor si nos basamos en lo que la gente realmente necesita y quiere«.
«La información se ha hecho cada vez más personalizada e hiperlocal y, paradójicamente, más comunitaria, participativa y global. El periodismo se parece más a una conversación. La gente habla con una voz particular, se siente propietaria de su contenido y desarrolla una credibilidad que a su vez posibilita comunidades fuertes en las que florecen las noticias. Todo aquello que importa a una persona en un momento y lugar determinado se convierte en noticioso«.
«Las noticias se apoyan en una red de contribuciones de consumidores, empresas, entidades sin ánimo de lucro, socios de distribución y otras entidades. En lugar de evitar el riesgo y los posibles fracasos, las marcas (al menos las que resisten) pasan de un modelo centralizado de distribución controlado desde arriba a ser incubadoras de experimentos periodísticos«.
Me he ilusionado con esta propuesta. La he empezado a vislumbrar. «Hay un futuro apasionante por delante», pienso.
Pero luego vuelvo a la cruda realidad al leer el discurso de la periodista y escritora Barbara Ehrenreich en la ceremonia de graduación de la Facultad de Periodismo de la Universidad de California en Berkeley.
El decano le pidió expresamente que fuera optimista, que alentara a los futuros periodistas en un momento de crisis en la profesión. Querían un mensaje positivo e ilusionante para los recién graduados. Pero lo que dijo fueron cosas como éstas:
«Vais a intentar haceros camino en la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Además, lo vais a hacer en una industria moribunda, o al menos en una industria que atraviesa una ‘reestructuración’, como dice el eufemismo, tan profunda que no la va a reconocer una tradicional como yo. Tenéis muchos talentos y habilidades… lo que no está claro es quién quiere pagar por ellos«.
«No os vais a hacer ricos, a menos que tengáis un trabajo paralelo como chantajistas o ladrones de bancos. Viviréis algunos de los problemas sobre los que informáis».
«No somos parte de una elite… Somos parte de la clase trabajadora… Podrán pagarnos mal, nos podrán engañar y despedir arbitrariamente como a cualquier trabajador automotriz, mecánico o sobrecargo… Pero hay una diferencia: un trabajador automotriz despedido no se mete en su garage y monta coches a mano. Pero nosotros, los periodistas, no podemos dejar de hacer lo que hacemos. Mientras haya una historia que contar, una injusticia que poner al descubierto, un misterio que resolver, encontraremos la forma de hacerlo… La recesión no nos detendrá. Una industria moribunda no nos detendrá. Incluso la pobreza tampoco nos detendrá porque todos estamos aquí en una misión«.
Menos mal que le pidieron que fuera optimista.
Al final, me planteo: ¿cómo se concilia un futuro tan oscuro con las ideas tan iluminadoras de IDEO?
Bueno, no deja de ser optimista: incluso en las peores circunstancias, un periodista siempre puede pelear por las historias y contarlas. Claro, tiene que ser un periodista al que no le importe sólo el sueldo, un periodista vocacional, comprometido.
Como dice Ehrenreich, no podemos dejar de hacer lo que hacemos…