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eatro Bodevil regresó el pasado 18 de septiembre con la segunda temporada de La Cena de los Malditos. Tras el éxito de la anterior edición, con más de 32.000 espectadores, la compañía vuelve a ofrecer una de las propuestas culturales más arriesgadas e innovadoras de Madrid.
La Cena de los Malditos es una cena-espectáculo que rompe los límites de las alternativas de ocio conocidas hasta ahora. La función entremezcla diferentes disciplinas (teatro, musical, acrobacias y cabaret), en un espacio en el que se respira el más puro estilo vaudeville.
Se trata de una combinación entre la belleza y lo burlesco, la diversión entre los bajos fondos y las altas cunas, una explosión de sensualidad y desenfreno donde los artistas representan la obra a través de toda la platea.
Se trata de un dinner show pionero e imprevisible, con espacio libre a la improvisación, en el que la distancia con el espectador se difumina; convirtiendo a éste en un comensal más de La Cena de los Malditos desde el inicio de la función.
En el plano gastronómico, Teatro Bodevil ofrece una sorprendente cena degustación de ocho platos en la que el menú se encuentra integrado en el espectáculo.
En este marco, las posibilidades culinarias se adaptan a las necesidades de cada cliente, pues existen productos veganos y vegetarianos, aptos para celiacos, así como para otro tipo de alérgicos.
Entre el elenco de la obra encontramos artistas de la talla de Beatriz Ros (maestra de ceremonias de “La Cena”, como Madame Dissolue), Miguel Ángel Collado (el particular notario), Litus (cantante, músico y compositor), Keisy (la versátil estrella femenina), Miguel Ángel Guillén, Gema García y Julia Sáez (los imponentes acróbatas) y cerca de una decena de bailarines.
La dirección artística de La Cena de los Malditos recae en el maestro Luka Yexi, creador de múltiples e importantes espectáculos con recorrido internacional y que han revolucionado el panorama escénico de nuestro país.
En palabras de Yexi, “La Cena de los Malditos es una obra que conduce al público por una historia de recuerdos y lujosa decadencia. El talento de los artistas y los duros ensayos quedan reflejados en un repertorio cuidadosamente diseñado, plagado de números que dejan al espectador con la boca abierta”.
En definitiva, “una alternativa de ocio que no deja indiferente a nuestros visitantes y que se ha convertido en una cita obligada para todos aquellos que buscan nuevas propuestas culturales en la capital”, sentencia.
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