Feb 082013
 

El actor Gael García Bernal regresa a las pantallas españolas con una película que retoma las «llagas abiertas» con la dictadura del general Augusto Pinochet en Chile, que abandonó el poder tras perder un referéndum de apoyo a su presidencia.

Precisamente, este largometraje dirigido por Pablo Larraín aborda ese periodo de tiempo en el que se desarrollaron las campañas tanto a favor como en contra de Pinochet en 1988. El dictador se había visto obligado por presiones internacionales a autorizar este referéndum en el que se contemplaban dos opciones: el ‘sí’ o el ‘no’.

García Bernal interpreta a René Saavedra, un joven publicista que había estado exiliado de Chile y, a su regreso, consigue establecerse con un buen trabajo en una importante agencia publicitaria. Los opositores al régimen se fijarán en él para que lleve a cabo una campaña que conseguirá dar la vuelta a una opción que parecía destinada a legitimar al mandatario chileno en el poder. «La película señala la justicia que no llegó y ahí tenemos llagas abiertas», explica el actor mexicano, quien ha calificado como «héroes de la democracia» a aquellos que participaron en el lado del ‘no’ en el referéndum.

El largometraje está rodado con ‘cámaras tubo’ en un formato similar al que se presentaron las campañas en televisión de las dos opciones participantes. De esta manera, se evita que el «espectador entre y salga de la historia», según ha explicado Larraín, quien no quería que hubiera diferencias entre las imágenes reales de archivo y las rodadas por su equipo.

De esta manera, la historia de ‘NO’ cuenta con escenas reales de archivo grabadas en aquel año, con algunos de los que intervinieron en las campañas –en ‘cameos’– e incluso con imágenes de ambas campañas «que se pueden chequear en Internet, por si alguno no se cree la realizada a favor de Pinochet», según ha ironizado el realizador.

En cualquier caso, Larraín ha remarcado que la película no pretende «legitimar» ninguna postura, puesto que entiende que esta legitimación no se hizo antes a través de otros medios. «Si la Historia no puede legitimar algo, no sé por qué se le pide a la película», ha señalado.

A pesar de que el largometraje concluye con la renuncia de Pinochet, Larraín ha apuntado que la película no recoge el único motivo por el que fue derrotado el dictador. «El motivo es mucho más amplio que lo que aparece en la película, la oposición era muy inteligente y esta campaña tuvo un efecto catalizador de lo hecho anteriormente», ha apuntado.

PINOCHET, UN «BASTARDO EN TODO EL MUNDO»
El director ha abordado también la labor del juez español Baltasar Garzón en su intento de extradición de Pinochet para ser juzgado por sus crímenes, recordando que «lo importante habría sido que hubiera habido un juicio y en Chile no se hizo, daba igual dónde». No obstante, sí ha celebrado que Pinochet «hoy sea considerado un bastardo en todo el mundo», lo que a su entender resulta «sano y reconfortante».

Para Larraín, la realidad en estos días respecto a la aceptación de Pinochet en Chile es que si se hiciera hoy, el dictador no contaría ni siquiera con el 45% de apoyo que recibió en 1988. «La gente ya no quiere un iluminado que decida quién vive y quién no o que tome decisiones en función de cómo aumentar su billetera», ha aseverado.

En esta misma línea, García Bernal considera que las sociedades latinoamericanas «han evolucionado muchísimo» y por ello resulta «difícil pensar que pueden volver regímenes absolutistas». «Ahora tenemos la libertad de expresión que podemos defender para cambiar las cosas y espero que no vuelva a suceder», ha explicado.

Tanto el director como el actor han coincidido en señalar las conexiones de la película con la actualidad, centrándose en la democracia. «No es coincidencia que en todas partes haya una crítica hacia la democracia. En todos los países que hemos presentado la película nos dicen: ‘eso es lo que pasa en mi país'», ha resaltado García Bernal.

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