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La de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres es una historia ya sabida, ya contada en el papel y en la patalla -grande y pequeña- pero aún así David Fincher consigue hipnotizarnos durante dos horas y media. Su péndulo: un gran thriller oscuro y envolvente.
Cuando un remake es tan impaciente como este, las comparaciones con la cinta original son inevitables. Arrojemos este lastre por la borda cuanto antes: esta revisión de la primera de las tres entregas de la saga de Stieg Larsson mejora -y bastante- la voluntariosa y eficaz cinta que hace un par de años alumbraron sus compatriotas suecos.
A la cinta dirigida por Niels Arden Oplev, y a las dos siguientes dirigiras por Daniel Alfredson, les perjudicaba demasiado que habían sido concebidas como una miniserie de televisión de seis capítulos. El corta, pega y monta de Ikea que hicieron para su estreno en cines no benefició en nada al resultado final. Un resultado que Fincher mejora en dos o tres puntos. Ya lo hemos dicho. Ahora… a disfrutar del espectáculo.
GENIALES TÍTULOS DE CRÉDITO
Y hay que hacerlo desde el segundo uno. El mejor consejo que se puede ofrecer a la hora de enfrentarse a la cinta protagonizada por Daniel Craig y Rooney Mara es llegar pronto al cine. Ocupen su butaca antes de que terminen los trailers porque el espectáculo arranca con unos tremendos títulos de crédito.
El rosario de nombres pasa volando al ritmo de Trent Reznor y Karen O versionando Immigrant Song de Led Zeppelin con los protagonistas embadurnados en negro puede ser el mejor videoclip visto en años. Simplemente genial. Y lo que nos vamos a encontrar luego no desmerece para nada a este fascinante envoltorio.
Tomando como base el consabido texto de Larsson -con sus virtudes y también con sus defectos- Fincher alumbra un thriller que potencia los primeros y minimiza los segundos. Una historia de secretos y traumas que, respetando el espíritu incómodo, frío y desasosegante de la obra en la que se inspira, se hace densa pero sin llegar a ser ni mucho menos plomiza.
DESDE SUECIA CON AMOR
Para lo uno y para lo otro, para recrear el lado menos amable de la vida escandinava respetando la atmósfera de Larsson sin que decaiga el ritmo y la cinta devenga en un insufrible ladrillo, la clave puede que haya estado -junto al buen trabajo de Steven Zaillian- en la decisión del director de la Red Social y Seven de filmar en Suecia.
Y eso que entre los protagonistas solo hay un sueco, Stellan Skarsgard. Un reparto que capitanean un solvente Daniel Craig -que tras pinchazos como Detrás de las paredes o Cowboys & Aliens necesitaba al fin una buena película en su currículum más reciente- y Rooney Mara. Mención especial merece ésta última, elección personal y, a la vista del resultado, muy acertada de Fincher.
Su personaje era un caramelo envenenado, pero Mara consigue que, con o sin cresta, su Lisbeth Salander sea de lo más lucido de todo el notable conjunto. Y no lo tenía nada fácil. Más si tenemos en cuenta que Noomi Rapace era el punto sobresaliente de la versión sueca. Ya hemos vuelto a las comparaciones… ¡Qué manía más tonta!
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