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Jean Dujardin ganó el premio al mejor actor en Cannes por interpretar a un hombre que apenas dice una palabra, pero no porque su personaje no pueda hablar. En realidad, el protagonista de The Artist dice mucho.
Una de la sensaciones tras el arranque de la temporada de premios, ‘The Artist’, es película muda rodada más de 80 años después de la llegada del sonido, pero eso no evita que Hollywood la señale como una de las favoritas para los Oscar. Dirigida por el francés Michel Hazanavicius, narra la historia de una estrella del cine mudo (Dujardin) cuya carrera se ve interrumpida por la llegada del sonoro.
«La gente piensa que las películas mudas son intelectuales», dijo Hazanavicius a Reuters respecto a su creación, en la que lo antiguo vuelve a ser novedoso. «Es justo lo contrario. Es realmente sensual. Más bien las películas habladas emplean el diálogo como manera intelectual de contar historias», apuntó.
En ‘The Artist’, Dujardin interpreta a George Valentin, un pomposo actor en el Hollywood de 1920. La actriz francesa Bérénice Bejo interpreta a Peppy Miller, una joven ingenua que busca su gran oportunidad.
La pareja se conoce y se enamora, pero la llegada del cine sonoro les lleva por caminos diferentes. La carrera de Valentin se desploma, mientras que la cantante y bailarina Miller alcanza el estrellato.
‘The Artist’ es, fundamentalmente, una historia más bien simple de amor y redención personal, pero rodar una película muda en estos tiempos modernos de acción, efectos especiales y 3D no fue nada fácil.
«Todos te dicen que no se puede hacer porque nadie quiere ver una película muda. La primera persona a la que tuve que convencer fue a mí mismo», confiesa.
La clave de la confianza de Hazanavicius y sus inversores era el entusiasmo por el proyecto y su éxito en un par de parodias de espías, ‘OSS 117: El Cairo, nido de espías’ y ‘OSS 117: Perdido en Río’. Ambas películas parodiaban las primeras cintas de James Bond, como ‘Agente 007 contra el Dr. No’, de 1962, y estaban protagonizadas por Dujardin.
DESAFÍOS MUDOS
Devolver la fórmula muda a la audiencia moderna era un gran desafío en sí mismo, dijo Hazanavicius.
«En cierto sentido, es una paradoja. Los actores están muy lejos de la realidad. No puedes oírles. Están en blanco y negro», explicó. «Pero, como audiencia, salvas la brecha con tu imaginación. Creas la voz, creas el diseño sonoro, creas tus propios diálogos».
Y el casting, dijo, también fue crucial, porque necesitaba actores expertos en expresar ideas, pensamientos y emociones con sus movimientos corporales y expresiones faciales.
Dujardin recordó que cuando leyó el guión por primera vez, quedó impresionado por la ambición del director, pero admitió que al principio estaba nervioso por algunas de las escenas más dramáticas.
SOLO HAY QUE PENSAR EN EL SENTIMIENTO
«Hasta entonces, habíamos hecho comedias con muchos personajes y situaciones divertidas», explicó. «‘The Artist’ estaba llena de emoción. Me vi tocado por todo lo que se decía sobre el cine, su historia y sus actores».
«No tenía diálogos a los que agarrarme… Pero descubrí que el cine mudo era casi una ventaja. Sólo tienes que pensar en el sentimiento que quieres mostrar», dijo Dujardin.
La llegada del sonido alteró el lenguaje del cine, transformando un medio basado en la imagen en uno conducido por las palabras. Pero Hazanavicius siente que se cambió algo más.
«Perdimos un lenguaje universal y algo que era realmente específico del medio: contar una historia con imágenes en movimiento», afirmó.
No es una coincidencia que muchos de los más grandes directores de Hollywood empezaran el cine mudo: John Ford, Alfred Hitchcock, Raoul Walsh y Howard Hawks, por nombrar unos pocos.
UN RECUERDO A LOS MITOS DEL SÉPTIMO ARTE
Sin embargo, el director concede de buena gana que los directores de comedia como Billy Wilder y Preston Sturges hicieron de los diálogos sofisticados e ingeniosos su seña de identidad.
«Si miras a un gran director como Ernst Lubitsch, sus comedias habladas con mucho mejores que las mudas». Aun así, Hazanavicius dijo que había descubierto que hacer cine mudo le había proporcionado una mejor comprensión del oficio.
«Viendo una película muda, siento lo mismo que cuando iba al cine siendo niño. Quería compartir esa sensación con la audiencia actual», reconoce.
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