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El cocinero catalán Ferran Adrià ha defendido en la Campus Party de Valencia la importancia de fomentar la creatividad, al tiempo que ha destacado que el 80 por ciento de la vanguardia culinaria mundial en los últimos diez años, ha salido de los 15 o 20 cocineros españoles, quienes han realizado una aportación medible a nivel creativo.
Así lo ha señalado el también embajador de Telefónica ante los centenares de jóvenes congregados en el Auditorio Santiago Grisolía del Museo Príncipe Felipe, en una conferencia magistral sobre la creatividad y el lenguaje de ‘El Bulli’ enmarcada en la Campus Party.
En su ponencia, ha advertido de que «dedicarse a la creatividad» implica «sufrir en la vida», en un contexto en el que «uno de los problemas más serios que tiene hoy en día la sociedad es el ego, junto a la rapidez de los cambios» de gustos y tendencias, y a pesar del «regalo» que ha recibido él en forma de éxito profesional.
«Todo el mundo quiere ser Steve Jobs –fundador de Apple– en dos años y no puede ser, la parte humana es muy importante», ha recalcado Adrià, quien ha invitado a los jóvenes a plantearse dónde quieren llegar y los sacrificios personales que están dispuestos a asumir.
«Ahora todos los chicos jóvenes que estudian cocina quieren ser la portada del New York Times, de Time Magazine, uno de los tíos más influyentes del mundo y cinco veces honoris causa, y si no, no triunfan, pues no», ha zanjado el cocinero, quien les ha animado a «hacer creatividad» con buen humor, desarrollar sus ideas y confiar en que el reconocimiento «sea una consecuencia» de esa labor. «Sobre todo pásatelo bien porque la vida es muy larga», les ha aconsejado.
El estudiante de Administración que «quería ser futbolista», ignoraba lo que era la creatividad y al que no le «interesaba un pepino la cocina», ha dado paso al célebre restaurador que ha decidido «transformar» ‘El Bulli’ en un centro de actividad investigadora para devolver a la sociedad parte de lo recibido.
Al repasar esa trayectoria, recomienda encarecidamente «ver el futuro a nivel personal», ya que en su caso ha sido «fundamental» estar «felizmente casado pero sin hijos» para poder dedicar a su trabajo «330 días al año, 15 horas cada día, en los últimos diez años».
Con orgullo, ha defendido que ‘El Bulli’ «no es el mejor restaurante del mundo ni mucho menos, porque no existe, pero sí que es hoy en día el lugar más influyente del mundo a nivel de cocina y sobre todo a nivel de creatividad» y de «talento», pese a contar con «cuatro duros de presupuesto para I+D».
PASIÓN POR LO QUE HACES, COMPARTIR Y ASUMIR RIESGOS
En su opinión, esa proyección ha sido posible gracias al «espíritu» al que se ha mantenido fiel el restaurante, y que se resume en «pasión por lo que haces», aprender a «compartir» y ser capaz de asumir «riesgos». «Por eso decimos que ‘El Bulli’ no se cierra, se transforma, porque el alma de ‘El Bulli’ va a quedar y lo que vamos a cambiar es el cuerpo», ha subrayado.
Esa transformación se plasmará dentro de diez días cuando el establecimiento cierre sus puertas como restaurante para convertirse en ‘El Bulli Foundation’, un centro de innovación y de creatividad en el que «todo lo que se cree se va a divulgar por internet cada día» y que «va a ser un ‘open'», con sus contenidos en abierto.
Adrià ha remarcado que ese hecho supone una «pequeña revolución social» dado que si bien «en Internet es muy normal» compartir de forma gratuita distintos avances, «no es normal que en una disciplina, que gente que marca la vanguardia, lo regale». «Imagináos que mañana Norman Foster hace lo mismo, que Philippe Starck hace lo mismo y que dicen ‘yo cierro mi negocio, hago una fundación privada y todo lo que cree lo voy a compartir y lo voy a regalar'», ha planteado.
«¿Cuándo hay que compartir?», se ha preguntado el restaurador catalán, quien ha confesado que podría optar por comprarse Ferraris, pero ha preferido «aportar a la sociedad» el dinero que genera y hacerlo de la forma que considera más beneficiosa, de modo que su equipo «cree talento, se cree creatividad y se creen puestos de trabajo». «Y un día soñaremos que se quite la pobreza», ha concluido.
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