El exciclista estadounidense Lance Armstrong reconoció haberse dopado durante su carrera deportiva, dejando claro que en su opinión «no» es humanamente posible ganar el Tour de Francia sin hacerlo, que «lo peor de todo» era que pensaba que «no estaba haciendo trampas», considerando que no tenía ventaja sobre sus rivales, y que la del US Postal no era la red más sofisticada sino «la más profesional e inteligente».
Estas fueron algunas de las confesiones que el texano realizó el pasado lunes a Oprah Winfrey y que fueron emitidas por primera vez este jueves, madrugada del viernes en España. El exciclista confesó sus prácticas dopantes, pero, en esta primera parte de la entrevista, apenas dio nombres, aunque, entre las acusaciones que negó, sí subrayó que su donación a la UCI nunca fue para «ocultar nada» y que «nunca» dio positivo en toda su carrera, recalcando en este sentido que la cultura antidopaje había cambiado y que cuando regresó a la competición no lo hizo. La segunda parte será, en España, a las 3.00 horas del sábado, también por Discovery Max.
Con simples «sí», como le requería la popular entrevistadora, confesó que tomó EPO, testosterona, la hormona del crecimiento y se hizo transfusiones de sangre, y que iba dopado en sus siete victorias en el Tour de Francia. «En mi opinión no es humanamente posible ganarlo sin estar dopado», aseveró.
Armstrong, tranquilo, empezó a doparse «a mediados de los 90» y apuntó que su actitud de negarlo todo fue porque creía que «era demasiado tarde para la mayoría de la gente». «Lo veo como una gran mentira que repetí muchas veces. La historia fue perfecta durante mucho tiempo, pero detrás de esa imagen e historia había tirón y me perdí en eso. La historia es mala y tóxica y la mayoría es verdad», dijo.
Así, subrayó que no inventó «la cultura» del dopaje y que el ciclismo estaba «pagando» por ella. «No tuve más acceso que los otros», indicó, negando que, como dijo la USADA, la red del US Postal fuera la más sofisticada de la historia. «No lo era, era profesional, sin duda, claramente inteligente, pero era muy conservadora, con grandes riesgos», dijo.
Armstrong no quiso acusar «a nadie más». «Tomaba mis decisiones, el error es mío. La idea que alguien fuera forzado (a doparse) no es verdad, no voy a llamar a nadie mentiroso», aseguró. Armstrong reconoció lo real del ‘motoman’ que les pasaba EPO y que contaban drogas «increíblemente beneficiosas en deportes tan intensos como el ciclismo». «Mi cóctel era únicamente transfusiones, EPO y testosterona», admitió.
ALABA LAS PRUEBAS POR SORPRESA Y EL PASAPORTE
Armstrong aseguró que nunca tuvo «miedo» a que le descubrieran. «No venían a tu casa, te hacían las pruebas en carrera, en teoría se podía, pero no se hacía, y durante las carreras estás limpio. Han cambiado dos cosas: las pruebas fuera de competición y el pasaporte biológico. Realmente funcionó», declaró. En ese sentido, se mostró triste porque el informe de la USADA dijese que se dopó cuando abandonó su retirada. «Rotundamente no, la última vez fue en el 2005», confesó.
Sobre su papel a la hora de tomar las decisiones, dejó claro que era «el líder del equipo», pero que había «managers, directores deportivos…». «No despediría a nadie por decir que no se iba a dopar, pero el líder siempre predica con el ejemplo, así que era un problema. Éramos mayores e hicimos nuestras elecciones», dijo.
Ahí salió el nombre de Christian Vande Velde, que le acusó de presionar y que en caso contrario les echaba del equipo. «Sé que no soy la persona más creíble del mundo, pero no es cierto», afirmó. «Cuando te vas a otros equipos y sigues el mismo patrón de comportamiento…», prosiguió. «¿Quieres decir dopaje?», inquirió Oprah Winfrey. «Correcto», respondió.
«Sí es verdad que les intimidaba. Trataba de controlarlo todo y si alguien decía algo que no me gustaba lo intentaba controlar. He sido así toda mi vida. Crecí como un luchador, siempre lo fui. Ya antes del cáncer era un competidor, pero no duro, y luego quería ganar a toda costa. Con el cáncer me dije que haría cualquier cosa por sobrevivir y esa actitud la llevé al ciclismo. Sólo intentaba perpetuar la historia y también esconder la verdad, esa fue la segunda vez en mi vida que no pude controlar los resultados», detalló.
El segundo nombre en salir fue el del polémico doctor Michele Ferrari. «Es complicado hablar sin nombrar, pero hay personas buenas en esta historia, que no son monstruos», relató. «Le veía como una buena persona, y lo sigo viendo así. No era el cerebro. Desde el punto de vista público fue un error asociarme a Ferrari, pero hubo más imprudencias», afirmó.
Armstrong, que se calificó como «filántropo y capullo» en su etapa de éxito y fama, opinó que mucho tuvo que ver «el ansia de ganar a cualquier precio». «Funcionó bien en la bici, en el cáncer, pero el nivel que alcanzó es un defecto», dijo.
«Hubo más felicidad en el proceso, ganar llegó como consecuencia. No sentía que estaba mal ni me parecía que estuviese mal. Lo peor de todo es que no creía que estuviese haciendo trampas. Fui al diccionario a ver el significado de ‘trampa’ y vi que era ‘obtener ventaja de una forma no legal sobre alguien’. No sentía que lo hiciera. No entendía la magnitud de lo que sucedió. Ahora lo entiendo porque veo el enfado de la gente. Entiendo que muchos se sientan traicionados, esa gente me apoyó y creyeron en lo que decía», recalcó.
NO PAGÓ A LA UCI
De todos modos, recordó que «nunca» dio positivo, aunque pasó «cientos de controles». «Y los pasé porque no había nada en mi sistema», destacó, al tiempo que, aunque no es «fan» de la UCI, no hubo «pagos» a un laboratorio para ocultar un positivo en la Vuelta a Suiza. Sobre la donación que hizo a la UCI, indicó que se lo «pidieron». «Me resulta imposible responder a esa pregunta, pero no fue a cambio de ocultar nada. Me llamaron diciendo que no tenía mucho dinero», zanjó, aludiendo a otros «asuntos turbios» dentro de la federación.
El ciclista, que se disculpó con Emma O’Reilly, su exmasajista, y que no ha podido hacer «las paces» con su excompañero Frankie Andreu, cuya esposa Betsy le acusó de intimidación, habló sobre Floyd Landis, reconociendo que su confesión «fue el punto de inflexión». «Estaba en el Tour de California y mandó un mensaje al móvil diciendo que iba a colgar un video en Youtube. Le dije que hiciese que lo que debía pero que me dejase en paz. No lo puso en Youtube, pero fue al ‘Wall Street Journal'», recordó.
Además, dijo que no fue una decisión «completamente» suya el no darle una plaza a su compatriota en el equipo, y recalcó que hasta ese momento apoyó su causa cuando fue sancionado por doparse en el Tour de Francia de 2006. «No le di la espalda», resaltó.
Armstrong no se arrepintió de haber vuelto a la competición («No estaríamos aquí de no haberlo hecho») y respecto a la investigación que inició el Departamento de Justicia indicó que «se ofrecieron tratos», pero que no tuvo nada que ver en que se cerrase el caso. «No, es muy difícil influir ahí», aseguró. «Me había librado de los lobos, se habían alejado de la puerta», añadió.
En cambio, la USADA fue hasta el final. «No me analizaron a la vez que los demás. Cogieron testimonios y luego vinieron a por mí», dijo. Ahora, no sabe si cooperaría con la agencia para limpiar el ciclismo. «Me encanta el ciclismo, pero hay gente que ya no me respeta. Falté el respeto a las reglas, no soy yo el que debo decir que se limpie el ciclismo, pero si hubiera una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, estaría seguro», comentó.
Finalmente, tuvo palabras para su compatriota George Hincapie, que estuvo junto a él en las siete victorias del Tour. «No le culpo, tenía mucha presión. Es la voz mas creíble en todo esto, conoce la historia mejor que nadie. Todavía somos grandes amigos», remachó.
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