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Los tres reporteros españoles liberados en Siria, Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre, pasaron casi 10 meses secuestrados por el Frente Al Nusra, la filial de Al Qaeda en ese país, y durante todo ese tiempo recibieron un buen trato, según han confirmado a Europa Press fuentes de su entorno, y estuvieron localizados por el CNI en todo momento. Este domingo han regresado a Madrid en buen estado de salud, donde les esperaban familiares y allegados.
Tras pasar la noche del sábado en Turquía, pasadas las 10.00 horas de la mañana de este domingo aterrizaban en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) a bordo de un avión Falcón de la Fuerza Aérea Española, donde les esperaban sus allegados y la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría.
Como responsable directa del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Sáenz de Santamaría ha coordinado las negociaciones para la puesta en libertad de los periodistas. También ha sido la encargada de informar periódicamente y personalmente a las familias.
El Rey Felipe VI, que ha estado muy pendiente de su liberación y regreso a España, ha llamado a los periodistas al poco de que aterrizaran en Madrid, para interesarse por su estado y manifestarles su alegría por su liberación.
Los tres periodistas ‘freelance’ desaparecieron en la ciudad de Alepo (Siria) el 12 de julio del pasado año, poco después de haber entrado en el país por Turquía. Su guía, el sirio Usama Ajjan, al que ya conocían de viajes anteriores, colgó en las redes sociales varias fotos con sus «amigos españoles» nada más pisar suelo sirio, lo que inconscientemente pudo alertar a sus captores de la presencia de los tres periodistas en el país. De hecho, Ajjan fue capturado junto a los tres españoles, pero en su caso le soltaron unos 20 días después.
HAN ESTADO LOCALIZADOS
El CNI les ha tenido localizados en todo momento, a pesar de que sus captores los han ido moviendo de un sitio a otro. En la primera fase del cautiverio, permanecieron los tres juntos en una casa en los alrededores de Alepo, si bien a partir del tercer mes a Pampliega lo separaron de sus compañeros.
En otra ocasión, cuando su liberación parecía cercana allá por principios de año, estuvieron un tiempo en una zona cercana a la frontera con Turquía que controla el Frente Al Nusra. Pero su puesta en libertad aún iba a tardar. No obstante, la mayor parte del tiempo estuvieron en las cercanías de Alepo.
Cuando los servicios secretos no podían comprobar directamente el estado de los españoles, exigían a los captores lo que se denomina ‘pruebas de vida’, es decir, garantías de que los rehenes estaban vivos. Estas ‘pruebas de vida’ han consistido en preguntas formuladas por amigos o familiares de los periodistas cuya respuesta solo podían contestar correctamente los rehenes, han informado a Europa Press fuentes que han seguido de cerca su caso.
Otras veces, la prueba de vida ha sido un vídeo en el que los rehenes decían su nombre y la fecha del día en que se habían grabado las imágenes. Por lo general, presentaban un aspecto limpio y saludable, si acaso alguno de ellos más delgado.
Durante el secuestro, los tres reporteros han recibido un trato razonable por sus captores, que incluso les han permitido ver el fútbol por televisión e intercambiar cartas con sus allegados.
Los tres españoles compartieron parte de su cautiverio con una mujer alemana embarazada y con otro periodista japonés, Jumpei Yasuda, capturado en torno a las mismas fechas que los españoles, y que en marzo pasado aparecía en un vídeo reclamando ayuda a su Gobierno.
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