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Si la falta de tiempo, dinero o pereza impiden una escapada, con imaginación y algo de entusiasmo se puede celebrar esta fecha sin salir de casa.
Actualmente, un gran porcentaje de parejas opta más por el sentido práctico que por el romántico a la hora de conducir sus relaciones, rechazando las grandes celebraciones, el matrimonio y fechas como San Valentín. Todos hemos escuchado en alguna ocasión la frase “no necesito hacer nada el día de los enamorados porque yo quiero a mi pareja todos los días y me gusta ser espontáneo/a en los detalles”. Pero no nos engañemos, esos detalles en el día a día surgen de forma natural muy rara vez, los distintos horarios de trabajo, el estrés y los problemas suelen impedir que las parejas estén coordinadas para sacar un momento íntimo. Por este motivo, San Valentín puede ser un pretexto perfecto, independientemente de que se crea en esta fecha o no, para acercarse a la pareja y retomar la ilusión.
Algunos aprovechan unos días libres para hacer una escapada, relajarse en un spa, regalarse juegos eróticos o hacer una reserva en ese restaurante de moda que nunca hay tiempo de probar. Aunque carecer de recursos o tiempo no tiene por qué ser un impedimento para salir de la rutina, con un poco de creatividad y un buen conocimiento de los gustos de la pareja, se puede convertir un día cualquiera en un recuerdo inolvidable. En internet podemos encontrar un sinfín de ideas y propuestas para utilizar de inspiración si queremos organizar una celebración casera, recurriendo por ejemplo a guirnaldas con luces y un simple mantel de cuadros para imitar el ambiente al aire libre de un restaurante italiano, o cocinando algún postre especial ( siempre que la receta esté dentro de las capacidades culinarias del cocinero, si no se quiere acabar celebrando San Valentín junto a los bomberos). Intentar convertir una parte de nuestra casa durante unas horas en algún lugar exótico que nuestra pareja tenga ganas de visitar es una idea original, aunque necesitará algún tiempo de preparación. Y si en el último momento se decide celebrarlo y no hay margen para mucha elaboración, comprar un detalle y esconderlo, proponiendo un juego de «la búsqueda del tesoro» con pistas desperdigadas puede ser un recurso para los poco previsores.
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