Sonrisas chinas

Lao Chang y Chun Kon ven cómo el tren del otro lado de la vía parte sin esperarnos. Se miran, me miran y sonreímos: «Mala suerte». Salimos de nuestro vagón y nos disponemos a esperar al siguiente metro. 4 minutos de espera, indica el cartel luminoso. Me siento y abro mi libro. Levanto la vista y vuelvo a cruzarla con la de Kon que de nuevo me sonríe con cierta complicidad mientras se aleja hacia el otro extremo del andén.