Mar 142013
 

Xi Jinping ha sido elegido formalmente como presidente de China, en la sesión plenaria del Congreso Nacional que se ha celebrado este jueves, culminando así el proceso de renovación de la cúpula de poder del gigante asiático, que ocurre cada diez años.

Tal y como estaba previsto, la mayoría de los 3.000 asistentes a la sesión plenaria anual –ha habido tres abstenciones y un voto en contra– ha apoyado la elección de Xi como nuevo presidente chino, relevando con ello a Hu Jintao.

El ascenso de Xi a la Presidencia se decidió en el congreso general que el Partido Comunista de China (PCCh) celebró el pasado mes de noviembre, cuando fue nombrado secretario general de la formación política y jefe militar.

Su designación como líder chino se decidió en el 17º Congreso del PCCh, celebrado en octubre de 2007, cuando fue incluido en el Comité Permanente del Politburó por delante de los otros ocho miembros, incluido el actual viceprimer ministro, Li Keqiang.

La ascendente carrera política de Xi ha sorprendido a muchos dentro del PCCh, porque su admisión en el mayor partido político del mundo –con 81 millones de militantes– fue denegada en hasta nueve ocasiones, aunque finalmente lo consiguió en 1974.

Xi, de 59 años de edad, es uno de los ‘príncipes’ chinos, como se conoce a los descendientes de los líderes más destacados del PCCh. El nuevo secretario general es hijo de Xi Zhongxun, uno de los dirigentes revolucionarios, aunque fue acusado de deslealtad hacia Mao Tse Tung.

Sin embargo, su escalada de poder ha estado justificada por sus logros como dirigente en las provincias costeras de Hebei, Fujian y Zhejiang. Su paso por esta última terminó de catapultarle, porque consiguió una gran fama por su firme lucha contra la corrupción.

RETOS
El nuevo presidente ha abogado por fomentar el desarrollo económico a través de la innovación científica y tecnológica, a fin de garantizar la hegemonía del gigante asiático durante las próximas décadas y de superar los problemas crónicos de China, que han retrasado la ansiada transformación del país.

Sin embargo, el PCCh se ha comprometido a que este desarrollo económico se traduzca en mejoras sociales mediante un programa de subsidios estatales –con un amplio abanico de pensiones–, así como programas de vivienda, educativos y sanitarios.

Otro de sus grandes desafíos será la reducción de la brecha que actualmente y desde hace años separa al campo y la ciudad, a pesar de la revolución agraria impulsada por Mao Tse Tun. Uno de los mecanismos elegidos para ello será la distribución de la riqueza a través de los salarios.

Además, Xi tendrá que hacer frente al clima de inseguridad que reina en la región a causa de los lanzamientos de cohete de largo alcance de abril y diciembre de 2012 y de la prueba nuclear del pasado 12 de febrero que Corea del Norte ha llevado a cabo, desafiando a la comunidad internacional.

China se ha sumado a la condena y a las sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y ha pedido a su aliado que se abstenga de llevar a cabo nuevas «provocaciones» y vuelva a las conversaciones a seis bandas para la desnuclearización de la península coreana.

Otro de los frentes abiertos serán las disputas territoriales que mantiene con sus vecinos regionales, principalmente con Japón, por la soberanía de varios islotes en cuyas aguas se sospecha que podría haber importantes yacimientos de hidrocarburos y, en cualquier caso, grandes bancos pesqueros.

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